Wednesday, March 5, 2008

Dios, Ansina, la baraja y Paquito

Estoy convencido... en la amplia gama de posibilidades que tiene Dios para asignar tareas diarias, debe tener una baraja. No sé... se me ocurre que sea baraja por decir algo, pero también podría decir un dispositivo con random tasks con las que da escenarios diferentes a cada persona según el día. Hay seguramente apartados. Claro... uno no espera que los mexicanos nos enfrentemos a las vicisitudes de los gringos, ni que un griego de la antigüedad tuviera que lidiar con '¡Mecachis! ¡Se me olvidó el password de mi correo!'. No, a cada quien su problemática en la medida de sus circunstancias. Hay, sin embargo, y de esto estoy seguro, un apartado reservado para Paquito. Las cuestiones insólitas y de verdadero repunte en el top ten de lo inusitado, ¡es para mí!

Miren ustedes: sucede que en mi casa, como en cualquier lugar decente, existen ciertos dispositivos de seguridad pa' evitar que se le vayan a colar a uno a su humilde morada y le vuelen sus trapitos, ¿no? El siguiente relato tiene que ver con uno muy chafita, casi cavernario, pero de probada eficacia y, por lo tanto, diseminado uso.

Sucédese ser que hubo un concierto en Berklee, en el que por cierto tocaba mi maestro de piano. Esa es otra historia, pero me están dando hasta con la cubeta en esa clase, ¡ja ja ja! No, me está yendo razonablemente bien, ¡pero me están exigiendo mucho más de lo que yo pensé que me exigirían para un primer semestre! En algún otro post les cuento de esto. El asunto es que mi casa quedó vacía, ya que el resto de los moradores de este lugar (visitantes y locales) se había ido de excursión. O algo así. Nada más quedábamos, antes de mi partida, Ansina y yo. Me permito mostrarles una foto de la antes citada, para que partamos de los mismos preeliminares.

¿Verdad que tiene cara de inherente bondad?

Me fui pues a mi concierto, dejando a Ansina a cargo de la salvaguarda de mis aposentos. Cabe destacar que hemos implementado una útil rutina, que consiste en ir a dar una vueltecita al Boston Common en la mañana, y una vueltecita al mismo sitio en la noche. Lo que pasa en el Boston Common en estos episodios, sólo lo saben las plantitas... o por ahora el incipiente pastito, y las bolsitas que hábilmente van en la correa para lo que pueda ofrecerse. Y se ofrece, ¿eh? Se ofrece. ¡Digna hija de su padre! Pero el caso es que para esta rutina, se requiere siempre el uso de una correa, porque eso de dejar a los perros en lontananza no sería grave si todos los perros fueran tan falderos como el mío... ¡pero a ver, que los vaya a saludar un Doberman cuando se están echando su Big Mac camino al metro! No, ¿verdad?

Para efectos de simplicidad y logística, la correa (hasta el día de hoy, ¡no más!) tuvo su lugar de reposo en el cavernario artefacto del que les hablaba hace rato para asegurar la puerta. Sí, sí. Todos hemos visto uno, ¡hasta el hotel más patero lo tiene! Está bien. Concediendo que pudiera haber aaaalguien entre los lectores que no se hubiera fijado en el cachivache ese, se muestra en el siguiente añadido al post.


¡Qué conveniente! Ahora han visto ya no solo el dispositivo cierrapuertas, sino también la infalible posición de almacenaje de la correa de Ansina. Esta fue la imagen que vio Paquito cuando salió de su casa hacia Berklee. Sí, esta fue la imagen que vi. No podía estar cerrado, por la sencilla razón de que pude salir, ¿cierto?

El concierto fue muy bueno. Hay que reconocer que el personaje al piano en cuestión, pese a ser mi maestro, tocaba de modo apabullante. Digo 'pese a ser mi maestro' porque uno no se imagina a ese tipo de gente repasando las triadas diatónicas para efectos didácticos. Héte aquí que de regreso venía el alegre estudiante, dispuesto ya a ponerse a hacer tarea, cuando... ¡chaca cha chaaaaan! (Fondear la interjección anterior con el primer compás del primer movimiento de la 5a Sinfonía de Beethoven... o para terminos prácticos, la vulgarmente conocida Leche con pan)
¡Cómo es que no puedo entrar a mi casa! ¡Cómo es que está puesto el seguro! ¡Y cómo es que no hay nadie adentro y...! Silencio sepulcral... interrumpido abruptamente por un chillido de Ansina que, con la correa en la boca, indicaba que era muy feliz de verme, y que si no me apetecía echar una caminadita por el Boston Common.

Panorama que veía Ansina desde adentro cuando Paquito NO PODÍA entrar a su casa

Me parece ocioso entrar en detalles de cómo fue, pero resumiendo, Ansina se puso ebria de emoción al escucharme venir, y al jalar de la correa para tirarla, consiguió también cerrar el dispositivo ese. Uno pensaría que es un perro tonto, pero a ver: ¿cuántos de los perros que conocen tienen la habilidad de poner un pasador? ¡Ah!, ¿verdad?

Y bien, ¿'ora qué hago? Ah, claro. Traigo una revista. ¡Con eso ahorita lo abrimos! Nada. ¿Mi tarjeta del metro? No, pus no. ¡Lápices en la bolsa! Ya estuvo, seguro. Nada. Maldita sea. ¿Por qué otra vez vamos a llegar a estos extremos? 'Hello Ben! I know I've just came in, but, you know what? I have a major issue in my apartment... do you think you could help me?' Una crónica bien escrita diría algo como 'Los ojos del mulato aquel se salían de órbita al escuchar el relato crispante de este protagonista'. Pero este es un relato de la vulgata, así que vamos abreviándole. Tuvo que darse por enterado Ben. Tuvo que darse por enterada la seguridad del edificio. También tuvo que darse por enterado alguien (¡muy estúpido!) que me habló desde la administración... al teléfono de adentro de mi departamento. ¡Ay, tan brillantes! Al final, tuvo también que darse por enterada el área de mantenimiento de este lugar. ¡Y que llegan con tremendas pinzas para despanzurrar el seguro de mi puerta! Ya estaban dándole los sántos óleos al vetusto artilugio, cuando llegó uno igual de vetusto y dijo algo así como:

- ¡Nel, nel! ¡'tan chavos! ¡Yo 'orita le hago la maniobra
magistral y verás como queda sin violencia!

No, lo anterior no fue invención mía. Fue claramente lo que dijo el fulanito... ¡aunque en términos más del Bronx que de Iztapala
pa!

Efectivamente, ni tardo ni perezoso, y al más puro estilo mexican way, llegó este hombre con un gancho desdoblado, y... ¡voilà!

Las conclusiones preeliminares de este día
son:

  • Pese a que la logística lo marque así, nunca, NUNCA hay que dejar la correa en la chunche esa de la puerta.
  • No importa cuán pacífico se vea tu perro. NUNCA confíes en su prudencia.
  • El libre albedrío existe. Pero de que Dios tiene su baraja y me reserva las cartas más peculiares para darme de qué hablar en este post, no me queda duda alguna.

Con mucho cariño, y adentro de mi casa,

Paco

4 comments:

Unknown said...

Mi siempre muy querido Paco:

Pues has de saber que mientras leía tu siempre entretenido blog recibí una llamada celestial, ¿no? San Pedro (¿te acuerdas que él y yo somos cuates?) Pues nada, que en su extraña misión de intermediario, quería explicarme una cosa de la baraja divina ques´que porque le llegaron quejas bostonianas.

Efectivamente, dijo que a veces Dios anda medio aburrido y decide jugar a las cartas con sus pobres creaturitas; y luego es bien chistoso porque por definición su lógica es medio ininteligible para nosotros, ¿no? pero bueno, detalles... el chiste es que el Señor -ahora sí, literal- juega y parece que se divierte.

El punto -objeto de la llamada petrina- es que nosotros, humanitos, no entendemos eso de la baraja divina ¿no?, como que creemos que siempre nos toca la peor carta... pero no... mi amigo Peter (ahora es Peter) dice que hasta eso Dios "nos la barajea despacio", siguiendo la terminología popular. Y como me vio medio escéptica dijo así: "A ver, y no te has puesto a pensar... ¿qué tal si Paco descubre el truco de Ansina no luego de haber tomado cómodamete el elevador express que siempre toma? O sea, ¿qué tal si Dios decide no sólo sacar la carta del complejo de inseguridad de Ansina sino el de 'vamos a descomponer los elevadores express del edificio de Paco'?" Y ante mi silencio petrificante (ja) el buen Peter seguía: "¿Te has puesto a pensar? ¿Que llegue Paco, que no sirvan los elevadores, que suba los 28 pisos por las tétricas escaleras de su edificio, y que, sin aliento, descubra que no abra la puerta porque Ansina puso el seguro desde adentro?

Y como ya iba a empezar el 'que tú, que yo, que la moral' entre el buen Peter y la Panela pues ahí la dejamos, no sin antes hacerme prometer que te pasaría el recado.

Y, fiel como siempre he sido, aquí estoy, finalmente participando de ese blog que tanto te divierte escribir, y que tanto divierte leer.

Yo esperaré a ver qué dice tu siguiente carta. Jaja

O "haha", pa' que me entiendas.

Sí, sí. Viernes en la noche. Laaaaaaarga semana. Ya va siendo hora de que los niñitos nos vayamos a la cama, ¡a la camita! ¡a la camita!

Saludos muchos,

Panelita.

Acqualu said...

JAJAJAJAJAJAJAJ esa no me la sabía!!! ché ansina jajajajaja te mando un besote cuñis me hacer reir mucho...y si q es terapéutico verdad??

;)

Gini said...

No lo puedo evitar, pocas veces me he reido tanto. Guardaré este Post para cualquier dia que sienta algo de depresión. Es un poema!

I'm an evil bitch said...

Oye amor, crees que deberíamos preocuparnos por los "dones milagrosos" de los del mantenimiento del edificio??? Ahora sí, dos llaves a la puerta!! jajajajaja.

Besos!!

PD No le entendí ni un párrafo a la Panela....