Tuesday, November 11, 2008

Aprendiendo

El problema no es que no haya escrito nada. Es más bien que estoy juntando fuerzas y valor para publicarlo, porque balconea de modo brutalístico (así diría mi maestro de piano del semestre pasado… aunque él lo decía respecto a mi modo de aporrear el piano) a más de uno… Pero esa es otra historia, y como escribió Michael Ende, debe ser contada en otra ocasión.

El asunto aquí es que tengo este espacio harto desatendido, y confieso, me arredra la potencialmente cruel reacción de mi otrora amabilísima audiencia a mi autoimpuesto exilio bloggístico. Traduzco: ¿Y si me agarran a guantazos o me castigan con el látigo del desprecio – o mucho peor: ¡de la indiferencia! – por tener tan olvidado este sitio? No ha sido una temporada muy tranquila, y me veo en la necesidad de hacer un breve recuento histórico para quienes – lamento – menos he podido mantener al tanto de mi kermesse personal.

Aquí va un sumario de estos últimos dos meses. Momentito: ¡Dos meses, y no he escrito nada! Soy una mala persona, no cabe duda.

Sigo en Berklee. “Thanks for shopping Berklee!”, dice mi maestro de Advanced Ear Training. Y se ríe por lo paradójico que resulta que Berklee no sea sino un consomé de diferentes experiencias y visiones cocinadas en un perol de cuatro años – espero que cinco en mi caso. Nadie ignora que cada cabeza es un mundo, pero ¿tan diferente puede ser lo aparentemente igual? Las matemáticas tuvieron una cara muy similar desde que la directora de mi kinder le sugirió a mi mamá que no me llevar al día siguiente quesque porque “¡Pepito va muy adelantado, si quiere mañana que se quede en su casa a descansar!” y hasta que Eugenio Fautsch acotara que ser ingeniero, arquitecto, economista o físico no era sino una pizca de lo que debíamos aspirar a ser en la vida, en mi último año de la preparatoria. ¿Y hoy no pueden ponerse de acuerdo entre semestre y semestre en cuanto a si un mugroso acorde se llama Fulano o Mengano? No voy a entrar en detalles técnicos, pero para mis amigos músicos, sepan que los acordes que se hacen llamar semidisminuídos tienen tantos devotos fans como acérrimos enemigos. Bueno, no el acorde en sí, sino el citado nombre del acorde. Y conste que entre los rivales se encuentran no los polos opuestos de la música, sino los que aparentemente deberían jugar en la misma liga. No es que uno sea un respetable exalumno del New England Conservatory y el otro un gañán de Berklee, sino varios con un background esencialmente similar: hueseros de jazzistas a fin de cuentas.

Lo anterior puede resultar un prólogo un tanto ambiguo para entender que cada vez más me convenzo de que Berklee es el mejor lugar en el que pude caer. No me está siendo sencillo entender que lo que este semestre escribí con números romanos y mayúsculas, el próximo va a ser con arábicos y minúsculas… ¿o grafías griegas? ¡Vaya usted a saber! Pero garantizo: pese a la falta de congruencia en métodos, nomenclaturas y gustos, estoy disfrutando la incertidumbre y la necesidad de reinvención día con día.

Sí, sigo en Berklee y apliqué ya para la especialidad que quiero tomar. Una de las dos, pero por ahora la más saturada y, por ende, a la que merece echarle montón sin piedad ni demora. No sé aún cuándo darán resultados, pero no tengo prisa. Si no es este mes, será el siguiente, y si no es este semestre, va a ser en alguno posterior. Pero va a ser. Punto.

Este lunes acabo de terminar junto con mi socio de mezclar quizás el proyecto más grande que haya hecho en cuanto a creación musical. Ochenta y tantos cantos para niños, para una serie de libros de inglés. No puedo sino hacer mención de que la mayor parte de las letras nos las dieron ya cuasi-hechas. Digo cuasi-hechas porque mi socio reescribió una buena parte de ellas – si uno quiere componer una canción, y en una estrofa de cuatro versos cada verso tiene una métrica absolutamente diferente, se complica mucho el asunto. Pero más importante aún, tengo que decir que de ochenta y tantas canciones, la música de ochenta y un poquito menos que tantas son autoría de Lalo mi socio. Mis respetos más sinceros, y mi agradecimiento más profundo por todo lo que pude aprender. ¡Yo hice nomás dos y ya con eso tenía para hiperventilarme de la emoción! Mi parte fue hacer los arreglos, o a veces, los desarreglos de las piezas. Algunas de 50 segundos, muchas más de entre uno y dos minutos, un trío por allí de más de tres minutos. Pero puedo decirles que de ninguna de ellas me siento avergonzado. No, tampoco de todas me siento orgulloso, pero hablar de unas 30 consentidas es como decir que me gustan nada más los helados de chocolate, y de café, y de vainilla, y de fresa, y de cajeta, y de mamey, y de melocotón, y de aguacate con chicozapote, y de…. ¿ya me entendieron?

Nunca he dejado de sentir una sincera estima – infantil quizás, porque no creo que le haga ni cosquillas mi opinión – por Don Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri, pero estos tres meses de trabajo en el campo musical de los niños me hacen además profesarle una tremenda admiración. Supongo que es lo que sentiría Chepina Peralta - ¡Sí, sí, la de “Chepina en tu cocina”! - por César. ¿Que cuál César? ¡Pues el inventor de la ensalada! No… mal ejemplo, y peor chiste. Pero la idea es que intentar hacer tal cantidad de pistas evitando que todas sonaran a lo mismo, y sin que una fuera muy buena, otra regular y muchas más terribles, logrando además conjuntar cuanto estilo de música me pasara por la cabeza, y – por si fuera poco todo esto - tener además la capacidad de que siguiera sonando a canción para niños, es un reto que no creí fuera tan, tan difícil. Por eso, y por sus más de cincuenta canciones que sigo cargando en el iPod para recordar que soy una larva de musicalizador infantil (¿existirá eso?), gracias también a Cri-Cri. No, no me considero su competencia - ¡Ja ja ja ja ja! – pero pensar que uno puede sentirse colega de alguien así, ¿no les sacaría una lágrima a ustedes también?

Esto lo escribo en el avión que me lleva de regreso a Boston, donde me esperan algunas horas de trabajo antes de mis clases de mañana. No me quejo, porque aprendí mucho, pero mucho más de lo que creí que estos pocos días me permitirían. Algunos cosas las aprendí sin querer, otras porque no había querido aprenderlas. Las menos quizás las aprendí porque tenía que aprenderlas.

Aprendí que mi mamá sigue haciendo sandwiches de frijoles en cantidades industriales. Aprendí también que no es bueno seguir comiendo las cantidades industriales de sandwiches de frijoles que mi mamá hace, con la esperanza de mermar sus reservas, porque de todos modos ella y su vetusto grill son más rápidos. ¡No hay forma de ganarles! Ah, y aprendí que en tanto siga haciéndole la competencia a la pareja mamá-grill no hay forma de evitar la derrota en un certamen familiar interno con fines de tortura. O sea: estamos jugando al “¡A ver quién baja más de peso!” Creo que me equivoqué de torneo, yo había aplicado para el “¡A ver quién no sube de peso!”

Aprendí que Farmacias del Ahorro no cobra diferente si pagas con tarjeta de crédito o con efectivo. Y este aprendizaje, lamento decirlo, me costó 10 dólares en una apuesta – como siempre perdida – con mi hermana. Ya debería aprender que cuando ella apuesta es porque sabe que va a ganar, ¡ja ja ja!

Aprendí que, al cantar, Do bemol no es igual a Si, y que los pianos Steinway Hamburgo son más populares que Steinway New York en México. Aprendí que en el piano, hacer un trino entre La y Si bemol con los dedos anular y meñique es algo muy difícil y te puedes lastimar si te exiges demasiado. Aprendí que ser director de orquesta, director de coro, pianista, maratonista y maestro no limita la capacidad de escuchar a un párvulo de pianista y hacerle sentir como el más grande de sus colegas. Aprendí que ser un gran músico no siempre te lleva a ser una gran persona. Pero ser una gran persona, siempre te lleva a ser lo que tú quieras ser.

Aprendí que cuatro días no son suficientes para visitar a mis hermanos, mi familia, mis amigos y hacerles saber la tremenda importancia que tienen en mi vida, y la falta que me hace el café/chela/jugo-de-naranja/agüita-de-limón/destilado-de-caña/coca-cola-light de cada semana a su lado. Aprendí que cuatro días son una eternidad sin tener a mi lado a mi contraparte en el “Escuadrón de Control de Bestias Mínimas Insubordinadas” que cohabita conmigo en Boston. Aprendí que es lindo despertar sin el llanto que exige una mamila, pero que es horrible ir a dormir con la certeza de que vas a despertar sin el llanto que exige una mamila. Aprendí que tan pronto me desaparezco un día – después de cuatro semanas de no perderme ni un instante de la película de su vida – Isabel discurre que es bueno ejercitarse en nuevas artes y demostrar nuevas gracias. Pérfida.

Aprendí que mi mejor crítico no ha dejado de ser mi mejor amigo. O viceversa.

Aprendí que honrar y respetar auténticamente a tu cliente es la piedra angular para hacer de tu empresa el lugar donde tu cliente quiere estar. Aprendí una vez más que, así como la garganta se ajusta para dar esa nota que la mente visualiza, el universo se ajusta para producir lo que el corazón de verdad desea.

Aprendí que pese a que siento que no he aprendido, al menos a aprender he aprendido.

Hace unos años me aventuré – o me colé en la aventura de dos amigos – a fundar Estudio 13. En dos meses exactamente cumpliremos 10 años. Hace sólo un par de días mi amigo Jack me volvió a preguntar qué era lo que pensaba que tenía que ser Estudio 13. Con cierta sorpresa, cada vez es menos etéreo lo que creo que debiera ser este lugar. Y digo con cierta sorpresa porque pese a que se ha ido definiendo, no varía mucho del sueño – pacheco – que hace diez años tuvimos. Antes de cerrar este post, y no sin pedirles una disculpa por lo ocioso de mis reflexiones, quise transcribir un párrafo que acabo de leer en el ejemplar del MacLife Magazine del mes de diciembre. Sí, mi alma Macquera haciendo de las suyas, y el universo una vez más ajustándose, porque por cierto, yo no compré la revista. Apareció en mi asiento del avión.

Apple is more than just a company that makes computers, gadgets, and software – It’s a game-changing free-radical that manifests in multiple dimensions. Apple is a school of design. It’s a fashion statement. It’s a media message. It’s an expression of wit and whimsy. It’s a catalyst for creativity. It’s a worldview. It’s a line of iPhone buyers that stretches three blocks long. It’s an 11 o’clock news story about that line. Apple is much, much larger than the sum total of all its parts.

Microsoft, Sony, Samsung – they’re product companies. Apple is a full-fledged zeitgeistical gestalt.

Esto va a ser Estudio 13 en su campo. Sólo necesitamos un grill como el de mi mamá, un trino entre La y Si bemol, cincuenta canciones de Cri-Cri, un Steinway Hamburgo (¡o mejor un Bösendorfer, al cabo ese ya lo tenemos!) y el amor de quienes no nos dejan dormir, o mejor dicho… de quienes nos quitan el sueño y el aliento. De lo demás se encarga el universo.


Para mis maestros, en todo lo que aprendí estos días, y de quienes tanto he aprendido estos años.


Paco

Friday, September 12, 2008

Sobre las palmaditas. Y una vez más al piano...

Viernes por la noche, y yo en casa escuchando a Claude Bolling y su trío. Qué razón tenía Mr. Heck cuando dijo aquello de 'Piano and drums... Drums and piano... Harmony and rythm... what else could you ask for? Maybe just an ice cream!' No, esta vez ni siquiera eso, porque tengo helado de chocolate Häagen-Dazs a un lado de mi computadora. Aunado a todo esto, mis veladas (¿quise decir 'gritadas'?) solicitudes de palmaditas tuvieron pronta y eficaz respuesta, no merecida quizás porque estos días he estado rodeado de gente bella y buenas noticias, pero hay días en que lo chipil me da justo porque todo va muy bien. ¿No es el hombre un animal peculiar?

Insisto: hoy recibí más palmadas de las que me merecía. Decir que recibí palmaditas internacionales es un poco ocioso, dado que es apabullante la relación de gente que amo fuera de Estados Unidos, contra la que amo en México, ¿verdad? Sí, Cancún incluído. ¿Pero qué tal si les digo que aún desde Japón recibí valiosas palmadas? ¡Ah!, ¿verdad? ¡Gracias James, querido amigo!

Este es un post de agradecimiento de viernes por la noche - sin helado ya, porque me lo acabé - para quienes leen, cantan, lloran (a veces se alegra más un por esto), escriben y vibran con el ritmo acompasado del sueño de ser. No dejen de soñar. No me dejen dejar de soñar.

Y cual cereza del pastel: este semestre mi instrucción privada de piano tiene lugar en un salón pequeño, escondido, con dos pianos Yamaha verticales de poca monta. Pero mi maestro se ríe mucho. Del salón, de él mismo, de mí, de Berklee y de que su café estuviera frío después de sólamente 2 horas de haberlo comprado. Este semestre mi instructor de piano es Mr. Steve Heck :) Y cito una vez más:

Steve's greatest asset is that he is happy with what he does

Hoy yo también lo soy.

Con mucho cariño,

Paco

De las cuerdas vocales y otros bichos raros

Después de no sé cuántos meses de silencio, y tras unas nada descansadas vacaciones, me dispongo a quitarles tiempo una vez más, y a llenar el espacio cibernético de curiosidades, ociosidades, superfluosidades - ¡Gracias, Quino! - o fotos. ¿Con qué empezamos?

Hoy tuve mi primera clase de Advanced Ear Training 1. Un buen momento para comentar que, en mi egoteca, figura haber entrado a Berklee preacreditando - por llamarlo de algún modo - los tres primeros niveles de Entrenamiento Auditivo. Eso significa que entré a Entrenamiento Auditivo 4 en mi primer semestre, lo cual me confiere una especie de ventaja competitiva con mis compañeros. La verdad sea dicha: Entrenamiento Auditivo es un asunto de maña, más que de otra cosa, y a mis 30 primaveras, si uno no es un poco mañoso, está frito. Ergo, ni era el único de primer semestre en esa clase, ni era yo un fenómeno. Pero digamos que me sentí muy a gusto. Mi maestro es un tipazo - no sólo por su gran calidad moral, tremenda vocación por la educación y músico sensacional, sino por los alrededor de 140 kilogramos que, estimo, debe pesar - llamado Stephen Prosser. Un buen hombre.

Me gustó esa materia. ¡Ah, y cabe destacar que Steve es amigo de Eugenio Toussaint! Eso siempre confiere un plus a su persona. Tanto me gustó que quise repetir la experiencia, ahora en una materia que es optativa, pero que suena retadora y muy útil en la complicada - pero autoimpuesta - labor de ser la crème de la crème
del músico. Así es que entré Entrenamiento Auditivo Avanzado 1. Por cierto... creo que no hay 2. Punto menos para mi egoteca.

Como les decía antes, Steve es un hombre grande en todos los sentidos. Aprendí mucho con él en la clase de Entrenamiento Auditivo. Pero por cierto no todo fue música. Hoy, sin embargo, aprendí algo aún más importante; tema suficiente y bastante para inaugurar de nuevo este blog, en su edición Otoño 2008. No sé si esoy capacitado para explicarles lo que aprendí, pero en el intento no me voy a quedar.

Todos sabemos que, en general, las melodías están compuestas por varias notas, ¿sí? Imagínense un piano frente a ustedes, y - si alguna vez han tenido uno en frente, ¡claro! - recordarán que, además de 7 notas blancas, hay también 5 negras en cada octava del piano. Esto no es importante para la comprensión de la narración en turno. El caso es que esta clase está basada en el entrenamiento para discernir entre la distancia entre las diferentes notas, pero sin dar ninguna nota de referencia. Aquí entre nos, la explicación suena más complicada de lo que realmente es todo el negocio. Pero en un momento de la clase, Steve nos pidió cantar una nota... silencio. Ahora cantar esta otra nota... silencio. Ahora, sólo pensar en la primera nota... silencio... cantarla. Ahora pensar en la otra nota... silencio... cantarla.

Después de un rato de estar haciendo este ejercicio, más mental que de otro tipo, nos quedaba claro que era más fácil atinarle a la nota siguiente si uno se concentraba lo suficiente en la nota, antes de abrir la boca.

Casi había terminado la clase, cuando noté que me dolía la garganta. Suena tonto... lo sé. Pero me sentí francamente cual pavo real cuando Steve acotó que el ejercicio, además de mental, era vocal. (Whaaaaat? ¡Pero si casi ni canté!) Ah... el detalle está en que al pensar en una nota conocida, el cerebro ajusta no sólo el pensamiento, sino también el aparato fonador que habrá de producir esa nota. No me creen? A ver... piensen en la melodía más sencilla que puedan. Imagínensela... recórranla... pero sólo con la mente, sin hacer ningún sonido. ¿Ya? Ahora háganlo una vez más... Háganlo como si fueran a cantarla, pero no emitan ningún sonido. Una vez más, hagan esta pequeña ociosidad... sólo ahora concéntrense también en sentir su garganta. ¡Más aún! ¡Los reto a que sientan su garganta, si quieren con una mano!

No sé si es porque soy un bicho raro - ¡puede ser! -, porque tengo una terrible predisposición a hacer ruido - sí, esto segurito sí es -, o porque en general, el ser humano tiende a preparar, a ajustar el cuerpo a la acción siguiente. Si esto fuera cierto... ¿qué de diferente tendría mi garganta - ruidosa y a veces impertinente - disponiéndose a cantar contra el resto del cuerpo, de todo un sistema de movimiento, de planeación, de acción...?

Ya sé, ya sé... son casi las 2 de la mañana... estás cansado, estás diciendo tonterías y seguramente mañana que despiertes vas a encontrar que algún fanático de Rhonda Byrne vino a llenar de (más) tonterías tu blog... No desestimo el poder del entrenamiento, de la educación... sólo desestimo el poder sólamente del entrenamiento y la educación. 'Reivindico el espejismo...' de querer ser más que uno mismo.

¿Y si fuera cierto? Yo moví la garganta porque que puedo cantar la nota siguiente. Me ajusté a cantar un intervalo particularmente complicado porque estoy seguro que no tengo sino que ajustar mi garganta para que salga a la perfección...

¿Y si todo este tiempo viví engañado, y no tengo que pensar que mis dedos tienen que aprender a no trabarse en las semicorcheas de Mozart, sino sólo aprender a que mi cerebro pueda visualizar ese movimiento para después hacerlo sin vacilar? ¿Y si llegar al escalón siguiente no era cuestión de levantar más la pierna, mirándola con desconfianza - en clara afirmación de '¡Vas a azotar, güey!' -, sino sólo de creer que ya estaba en ese escalón más alto? ¿Y si ser el mejor no era cuestión de probar nada... sino sólo de ser el mejor?

¿Y si sí?

Con amor,

Paco

P.D.- Diantres... acabo de percatarme que ya había presumido mi Entrenamiento Auditivo 4., y previa acreditación de los tres niveles anteriores.. ¡Alguien aquí necesita unas palmaditas en la espalda!

Wednesday, April 2, 2008

Prohibido matar

Nuestro día a día tiene historias demasiado obscuras como para aburrirlos con una de ellas, así que me tomé la libertad de copiar un párrafo desplegado a la entrada de la Agencia de Seguridad Social en mi actual ubicación. Es la última babosada de esta noche, pero vale la pena, ¡oh, sí!

W A R N I N G

It is a federal offense to kill, kidnap, forcibly assault, intimidate or interfere with designated federal employees while they are engaged in or on account of the performance of their official duties.

Violators are subject to criminal prosecution!

O dicho en cristiano:

A D V E R T E N C I A

Es una ofensa federal matar, secuestrar, forzar, intimidar o interferir con empleados federales designados mientras están ocupados en o a cargo del desempeño de sus deberes federales.

¡Los infractores están sujetos a persecución criminal!

- -

Así, textualito y sin licencia poética es que se los transmito. Y yo me pregunto: ¿si me despacho al empleado federal una vez que acabó sus deberes federales, ya estoy libre de toda culpa?

¡Ja ja ja ja ! Como dije antes, hay que cuidar lo que uno cena.

Con cariño,

Paco

Americano vs Regular

Tranquilos. No van a leer ningún manifiesto antiyankee que pudiera comprometer su integridad física. Sólo es un breve aleccionamiento de cómo puede usted pedir hoy, hoy su café al estar en Starbucks. Ojo: no recibo comisiones por hacer propaganda, pero créanme, su vida va a cambiar si aún no eran poseedores de este conocimiento y se hacen hoy partícipes de tan apabullante verdad.

En la mañana me preguntó mi amiga Lucas que dónde andaba y qué hacía. Contesté yo que en un café desconocido (excepto porque es la cafetería de Berklee, pero fuera de los locales, nadie más lo conoce) tomándome un té de manzanilla (que es un barbarismo... había yo de decir una 'infusión de manzanilla'... pero este post no es de té sino de café). Preguntó pues ella que por qué estaba tomando un té en desconocida cafetería, cuando mi costumbre marca tomar un café bueno, bonito y barato a esas horas del día. Díjele yo a la antes citada que no me hacía ningún buen ojito el café de esta cafetería, y que me era más conveniente estar allí que en Starbucks por razones tiempo-espaciales con respecto a mi siguiente clase. O en resumen: me daba flojera caminar dos cuadras más hasta el siguiente Starbucks, considerando que mi clase previa y posterior tenían lugar en sitios muy cercanos la una de la otra, y retirados ambos dos del Starbucks.

Sucedió pues que me dijo ella: '¡Pus qué fresa!' y díjele yo que no era una cuestión de fresez (¿existirá este término? ¿Se escribirá así? Me entendieron, ¿verdad?), sino que allí no me hacían mi cafecito americano, sino nomás un vulgar hot brewed coffe, o en otras palabras, un regular.

Diantres... en este punto, tengo que hacer varias observaciones:
  • Sí, sí soy un fresa cuando de mi café se trata.
  • Sí, lo confieso: yo he hecho (¡y sigo haciendo!) más opulento al ya acaudalado Dr. Evil de Austin Powers... o al menos a los dueños de Starbucks. ¿De verdad no será Dr. Evil el dueño de Starbucks? ¿Y si sí?
  • Sí, mi cultura cafetalera ha aumentado un poquito con el paso del tiempo, y aunque ya estoy pensando seriamente ir a algo como 'Cafeinómanos anónimos', también me jacto de tener un poco más de bagaje cultural en cuanto al precioso líquido.
  • Sí... y esto es muy vergonzoso: sigo tomando el café con azúcar, o con endulzante según mi humor. ¡Ja ja ja ja!
Bueno. El asunto es que la multicitada inquirió que qué nabos era eso del americano y del hot brewed. Y ahora, ¡ahora, señoras y señores, voy a responder a tan grande y justificada duda!

Fíjese usted que en casa, uno siempre hace su cafecito según la cafetera que uno tenga a mano, ¿no? La verdad es que esos asuntos de '¡Sale un Venti Capuccino Vanilla Light con leche deslactosada!' son francamente de local de café, y no conozco a una sola persona que de verdad se dé el lujo de dedicar tal cantidad de tiempo (¡ni de palabras!) a algo tan sencillo como una taza de café. Pero el hecho es que en estos lugares de venta de café, nos podemos dar el lujo de pedirlo, literalmente como-se-nos-pegue-la-regalada-gana. Punto. Claro que todo tiene su precio, pero bueno. Ya que vamos a gastar en un café, creo que nos podemos dar el lujo de pagar un poquito más por hacerlo a nuestra entera satisfacción, ¿no es cierto?

Luego entonces, llegando yo a tierras extranjeras (o sea, cualquier lugar fuera de México, para ser más detallados) me enfrenté a la difícil labor de pedir un café. Mi buen amigo, el Jay, me había previamente instruído en el arte de pedirlo: 'Sí, mira, llegas y le dices <> y ya con eso estás hecho'. Y pues llegué yo a pedir mi Americano Cofee, ¿no? Pero contra la costumbre de Starbucks, tardaron un bueeeen rato en entregarme mi café. Yo inferí que eso de debía a la eficiencia de nuestros baristas mexicanos, que seguro son prodigiosos y hacen el café más rapidito. Finalmente, y después de un par de minutos me entregaron mi café. ¡Qué cosa! ¡Está buenísimo! Empecé a dudar de la maestría de nuestros baristas connacionales.

A la siguiente vez que fui, la misma historia. Cuando llegué a vivir aquí, la misma historia. Y me preguntaba yo varias cosas:
  • ¿Por qué todo mundo recibe su café en segundos y yo en minutos?
  • ¿Por qué mi café sabe tan bueno aquí en comparación con el que recuerdo en la misma cadena (ya en repetidas ocasiones propagandeada) en mi terruño querido?
  • Y la más importante (y esto me surgió luego de un par de veces de que mis Matemáticas no funcionaban): ¿por qué me cuesta más dinero a mí comprar un café que a todo este hato de gringuitos?
Así las cosas, procedí a hacer lo que tiempo atrás debía haber hecho: ¡preguntarle al fulanito de la caja! Me permito destacar que me vió con cara de ígnaro, pero eso no cejó mi empeño por conocer la verdad. Quizás nada más un poquito mi aplomo, pero mi amor por el conocimiento cafetalero, ¡jamás!

Resulta ser, sobrinos y sobrinas del Tío Gamboín, que un café Hot Brewed, también llamado Regular, no es otra cosa que un café preparado en cafetera percoladora, o para los menos apasionados en el tema, el mismo vulgar café que prepararía un servidor para ustedes en su cafetera Cuisinart de 29.99 USD en su casa. Sí, un café preparado con grano molido, y por el cual el agua hirviendo pasa de modo rápido y fugaz. Simple, eficiente, rico, pero nada sensacional. Por eso, amiguitos todos, es que ese café cuesta $22 en su versión Venti en Starbucks México (bueno, excepto en el aeropuerto... ¡pero esa gente está loca!). Es el conocido 'Americano del día' allá, y en países angloparlantes, 'Hot brewed coffee' o 'Regular'.

Ahora bien, ¡el momento que todos esperaban! ¿Qué diantres es el Americano Coffe? Ah, pues es el café que en México nos venden como 'Espresso Americano'. No descarten la opción sólo por el hecho de que diga 'Espresso'. En sentido estricto, diferentes estudios han demostrado que un café espresso llega a contener la misma cantidad, sino un poco menos, de cafeína que un café de percoladora. ¿Cómo es esto? Muy fácil, el café espresso pasa una sola vez por un emplasto de café molido ultrafino, mientras que el café de percoladora tiene un contacto mayor, en tiempo y en superficie, con el grano molido en el filtro de la percoladora. ¿Y a qué venía todo esto? ¡Ah sí! Mi Americano Coffee tiene, entre otras muchas virtudes, la cualidad de ser mucho más cremoso que un regular, pese a la desventaja de su más alto precio (40 centavos de dolar por un Venti... es un pequeño lujo, pero creo que lo valgo) y de la demora en recibirlo. La forma de prepararlo es mezclar un número determinado de cargas de café espresso con agua, lo cual hace que tenga una concentración mucho menor que el café espresso solo, y le da el efecto de cremosidad ya mencionado, gracias a la mezcla de los aceites esenciales del café y el agua, que por cierto, son parcialmente inmiscibles (que no se mezclan). ¡Ah!, ¿verdad?

Como dije antes, no percibo comisión alguna por este trabajo, de modo que cualquier ayuda para el fondo de estudios de mi hija será muy bien recibido en... No, no. Me sentí cual niño guanajuatense en el Callejón del Beso. Parafraseando a estos heróicos infantes, pido una disculpa si a alguno he ofendido o insultado, o si la información que les transmití este día no ha sido de su completo agrado, pero agradezco infinitamente el favor de su atención y la oportunidad de compartir nuestra cultura.

Esto de cenar payaso no ayuda...

Mr. Heck strikes back!

El regreso a las cotidianas tareas escolares ha hecho imposible que dedique más tiempo a contar no saben ustedes cuántas anécdotas de estas últimas semanas. No, no es justificación, pero tiene toda la cara de serlo. Voy a intentar ir dando paso a los temas de mayor relevancia... ¡si es que eso existe en este ociosísimo blog! ¿Se conforman si les digo que ya pronto me pongo al día?

Vamos a empezar con una breve, pero muy valiosa anécodta de Mr. Heck... ¡una vez más! Estaba el amable varón hablando sobre la importancia del buen manejo del cambio de notas cuando se acompaña una melodía, lo cual en términos de la jerga musical se hace llamar, comping. Bueno, miento. Comping es nada más la parte de acompañar la melodía, y el manejo del cambio de notas se llama voicing. O sea que vendría a ser... comping voicing? ¡Algo así! Pero no es importante.

El hecho es que a lo largo de su disertación (oh, sí, mi clase con Mr. Heck es 40% disertación, 30% chascarrillos del tipo 'Right!, right?', 15% de saber cómo está cada quién y qué disco nuevos hemos escuchado y un 15% de comping. Por cierto... mi clase es de comping, ¡ja ja ja ja!) hizo la observación que el piano era el instrumeno por excelencia para hacer un buen comping de jazz y swing. Y empezó a llevar una cadencia de swing fenomenal. Poco después (vamos a decirlo así: unos instantes después) decidió que no era suficiente con el piano, y añadió un ritmo de la caja de ritmos integrada que tiene el teclado. No voy a entrar en detalles, pero ya entrados en gastos, Mr. Heck se aventó cuando menos 3 minutos en solitario (piano y caja de ritmos), dejándonos, entre otras cosas, con la boca abierta, y con la incesante duda de: '¿Qué hace este hombre?'

La caja de ritmos siguió sonando, pero Mr. Heck dejó abruptamente de tocar, y mirando con desconcierto, acertó a decir: 'What a Heck! So sorry! You still here? It's... it's... I'm sorry. It just sounded to good to be in a classroom and not in a dance hall or something! Piano and drums... Drums and piano... Harmony and rythm... what else could you ask for? Maybe just an ice cream! Ok, that's it for today! I'm going for an ice cream!' Y sí... allí se acabó mi clase.

¿No es una chulada el muchacho?

Monday, March 10, 2008

¿Quién es más grande? o ¿Dónde quedó la bolita?

Mi estudio del ritmo versus los signos está resultando lento y doloroso... tan es así que otra vez estoy por generar un nuevo post para este ociosiario catártico de mi existencia. Nomás para que vean lo simpático que puede ser el formalismo gringo ante cosas tan sencillas como el cambio de horario.

En noviembre de 2007, Laura Cirioli, de Carolina del Norte dio a luz gemelos, Peter y Allison. Peter fue el primero en nacer, a la 1:32 am del 4 de noviembre. 34 minutos después, Laura estaba dando a luz a Allison. Esto, pues nos dice que la niña en cuestión era más pequeña que Peter, ¿no? ¡Éjele, éjele! ¡No contaban con la astucia del cambio de horario! A las 2 de la mañana del 4 de noviembre, el reloj fue retrasado una hora, según marca la costumbre para recuperar la hora "invertida" en primavera. Resultado: Allison nació a la 1:06 am. ¡Ah!, ¿verdad?

Wasted Time

En una de esas ocasiones que tengan necesidad de sentirse agradablemente miserables (¡bueno!... es como se me ocurrió expresar lo que uno hace cuando pone alguna canción de esas de rompe y rasga sin más objeto que tener una regresión a una adolescente etapa de hipersensibilidad... ¡No me van a decir que les tengo que explicar cómo es eso de sentirse miserables por un ratito!), les puedo (¡debo!) recomendar una bonita canción de Eagles intitulada (sí, la palabra sí existe) Wasted Time. Bueno, el asunto no es sólo que les recomiende la canción, sino que de paso le echen una miradita a la letra. ¡Ah, cuánto sufrir! No, no tiene nada que ver conmigo, pero el título de la canción venía al caso con mi post del día, y si de paso puedo acrecentar su (seguramente ya amplio) bagaje musical, no hace daño. Dicho lo cual (que no tiene utilidad alguna en sentido estricto), paso a lo sustantivo de mi post.

¡ME ROBARON! ¡ME ROBARON! No me robaron nada que no me vayan a regresar, ni nada que no les vayan a robar a ustedes, pero por ahora, me siento engañado, robado, ultrajado y sobre todo, muuuuy cansado. El asunto comienza en que en la madrugada de hoy me despedí de mi amable y cibernético auditorio a eso de la 1:45 am. Pero había que lavar trastes, antes de que confabularan y crearan una babilónica torre con ínfulas de dominar el departamento del que felizmente soy usufructuario. Hice lo propio, hice planes para el día siguiente, realicé las labores de higiene que marcan las buenas costumbres para antes de dormir, y ¡SASQUATCH! ¡Ya eran las 3:20 de la mañana! Ah jijos... qué rápido pasa el tiempo cuando uno se divierte... ¡Pero yo no me estaba divirtiendo! Bueno... qué importa, ya es muy tarde para divagar sobre esos temas, y sin falta, Ansina estará dando lata en unas horas para salir a dar su ronda por el Boston Common. Zzzzzzzzzz... (Sí, para los que no tengan el gusto y/o disgusto, tan pronto acabo de formular las últimas palabras de mi pensamiento de cierre del día, de súbito me duermo y sí... ¡de súbito los ronquidos llenan mi entorno! Dato al margen)

Hace unas horas Ansina me despertó para lo ya expuesto. Decía yo que qué necesidad, si la saqué ayer a eso de las 11 de la noche, pero aquella insistente... ¡Ah caray, pues si ya son las 9:30! Sí bueno, ya es legal. No queremos un accidente aquí adentro.

Mi reloj del teléfono marca las 9:32... qué raro que el de la sala, aún no colocado en sitio, diga 8:32. ¡Seguro ya se quedó sin pila! A ver la compu... 9:33. Sí, sí, no hay duda. Bajando voy. ¡Diantres! ¿Por qué mi reloj de pulsera (¡de 130 pesos! ¡Una ganga!) marca 8:34? Otro que se atontó... no, seguro lo apachurré en la noche y se despanzurró. Ah, esto de los relojes...

Bajamos al Boston Common. Recorrimos el Boston Common. Perseguimos perros. Sí, sí, perseguimos, porque aunque uno pueda pensar lo opuesto, ¡Ansina me lleva de la correa, y no lo contrario! Hicimos pipí en el Boston Common. ¡Éjele! No, no. Nada más Ansina hizo pipí y adicionales en el Boston Common. Etcétera, etcétera y etcétera. Llegué a Starbucks y estaba insualmente despejado... Pedí un revitalizante café americano con doble shot de espresso (algún día les cuento cómo es esto del café) y salí hacia mi morada.

Debo hacer mención de que tenía yo una cita a las 2:20 pm en la Apple Store para hacer un cambio de disco duro de mi máquina (no, nada grave, otro día les cuento), pero bueno... aún son las 10:15... ¿cuál es la prisa? Sonó el teléfono de mi casa... una llamada de una compañera de Berklee. Sí, el examen es el martes y el proyecto se entrega el jueves. Sí, que tengas buen domingo también tú. ¡Por qué este teléfono dice que son las 9:20! ¡Qué pasa en este lugar! Se acabó. Vamos a tomar medidas drásticas. El conserje. Damn it. No contesta. Bueno, vamos a seguir intentando hacer tarea.

En esto me llevé un par de horas o quizás un poco más. Tuve luego a bien entrar a una página de internet mexicana, que despliega, entre otros datos, el de la hora y fecha. ¡Nooooo! ¡Dice que son las 11:05, pero ya aquí tengo la 1:05, y se supone que le llevamos una hora a México! ¿Horario de verano? No... marzo empezó la semana pasada, primavera no ha empezado, ¡no hay ninguna razón normal para que HOY, HOY, HOY entre el horario de verano! Señoras y señores, es cierto. Hízome favor una víctima de mis contactos del messenger (¡gracias Giní!) de confirmar que en México eran efectivamente las 11:05. Y una amistosa página de información ociosa (¡mis preferidas!) me hizo también saber que ya no vivo en horario de invierno. ¡Ya estamos en horario de verano, y me robaron una hora de estudio para mis exámenes (como si de verdad estuviera estudiando ahorita, ¿verdad?) semanas antes de lo que yo pensé que esto pasaría! ¡Me aplicaron el Wasted Time!

Así, los hago conocedores de cómo funciona aquí el asunto: el segundo domingo de marzo, a las 2 de la mañana se adelanta una hora el reloj. Y el regreso al horario de invierno es el primer domingo de noviembre. ¿La causa de estas fechas? Ninguna en específico. Tengo miedo de preguntarle a algún gringo... seguro tiene algo que ver con Dios y la Doctrina Monroe. No, mejor nos quedamos con la duda.

El colofón de todo esto es que son las 9:38 de la noche y vivo en notable desfase, aún mayor que antes, con mi biológico reloj taquero. ¿Existirá eso?

Antes de cerrar mi desfasado post del día, quería contarles un detalle curioso: el Amtrak, el sistema feroviario americano tiene por norma no "ocupar" una plataforma de las estaciones ferroviarias antes de su hora de llegada. Cuando uno viaja en un día como hoy, si tiene la fortuna de ir en el tren a la hora del cambio de horario, lo más probable es que el maquinista vaya en versión hecholamocha porque se ve feo que llegue una hora más tarde, pero llegar 20 minutos más tarde de lo previsto no es tan grave, ¿no? Bueno. Si tiene la desventura de viajar en la fecha del regreso al horario de invierno, si están en ruta entre las 2 y las 3 de la mañana, el maquinista DEBE por norma detenerse EN SECO una hora a lo largo del trayecto... ¡porque cómo se va a dar el lujo de llegar adelantado una hora! Un maestro me rebatía el argumento de que los gringos son cuadrados. Él dice que son metódicos. Cuadrados o metódicos, ¡qué payasada!

Un abrazo nada metódico.

Paco

Wednesday, March 5, 2008

Dios, Ansina, la baraja y Paquito

Estoy convencido... en la amplia gama de posibilidades que tiene Dios para asignar tareas diarias, debe tener una baraja. No sé... se me ocurre que sea baraja por decir algo, pero también podría decir un dispositivo con random tasks con las que da escenarios diferentes a cada persona según el día. Hay seguramente apartados. Claro... uno no espera que los mexicanos nos enfrentemos a las vicisitudes de los gringos, ni que un griego de la antigüedad tuviera que lidiar con '¡Mecachis! ¡Se me olvidó el password de mi correo!'. No, a cada quien su problemática en la medida de sus circunstancias. Hay, sin embargo, y de esto estoy seguro, un apartado reservado para Paquito. Las cuestiones insólitas y de verdadero repunte en el top ten de lo inusitado, ¡es para mí!

Miren ustedes: sucede que en mi casa, como en cualquier lugar decente, existen ciertos dispositivos de seguridad pa' evitar que se le vayan a colar a uno a su humilde morada y le vuelen sus trapitos, ¿no? El siguiente relato tiene que ver con uno muy chafita, casi cavernario, pero de probada eficacia y, por lo tanto, diseminado uso.

Sucédese ser que hubo un concierto en Berklee, en el que por cierto tocaba mi maestro de piano. Esa es otra historia, pero me están dando hasta con la cubeta en esa clase, ¡ja ja ja! No, me está yendo razonablemente bien, ¡pero me están exigiendo mucho más de lo que yo pensé que me exigirían para un primer semestre! En algún otro post les cuento de esto. El asunto es que mi casa quedó vacía, ya que el resto de los moradores de este lugar (visitantes y locales) se había ido de excursión. O algo así. Nada más quedábamos, antes de mi partida, Ansina y yo. Me permito mostrarles una foto de la antes citada, para que partamos de los mismos preeliminares.

¿Verdad que tiene cara de inherente bondad?

Me fui pues a mi concierto, dejando a Ansina a cargo de la salvaguarda de mis aposentos. Cabe destacar que hemos implementado una útil rutina, que consiste en ir a dar una vueltecita al Boston Common en la mañana, y una vueltecita al mismo sitio en la noche. Lo que pasa en el Boston Common en estos episodios, sólo lo saben las plantitas... o por ahora el incipiente pastito, y las bolsitas que hábilmente van en la correa para lo que pueda ofrecerse. Y se ofrece, ¿eh? Se ofrece. ¡Digna hija de su padre! Pero el caso es que para esta rutina, se requiere siempre el uso de una correa, porque eso de dejar a los perros en lontananza no sería grave si todos los perros fueran tan falderos como el mío... ¡pero a ver, que los vaya a saludar un Doberman cuando se están echando su Big Mac camino al metro! No, ¿verdad?

Para efectos de simplicidad y logística, la correa (hasta el día de hoy, ¡no más!) tuvo su lugar de reposo en el cavernario artefacto del que les hablaba hace rato para asegurar la puerta. Sí, sí. Todos hemos visto uno, ¡hasta el hotel más patero lo tiene! Está bien. Concediendo que pudiera haber aaaalguien entre los lectores que no se hubiera fijado en el cachivache ese, se muestra en el siguiente añadido al post.


¡Qué conveniente! Ahora han visto ya no solo el dispositivo cierrapuertas, sino también la infalible posición de almacenaje de la correa de Ansina. Esta fue la imagen que vio Paquito cuando salió de su casa hacia Berklee. Sí, esta fue la imagen que vi. No podía estar cerrado, por la sencilla razón de que pude salir, ¿cierto?

El concierto fue muy bueno. Hay que reconocer que el personaje al piano en cuestión, pese a ser mi maestro, tocaba de modo apabullante. Digo 'pese a ser mi maestro' porque uno no se imagina a ese tipo de gente repasando las triadas diatónicas para efectos didácticos. Héte aquí que de regreso venía el alegre estudiante, dispuesto ya a ponerse a hacer tarea, cuando... ¡chaca cha chaaaaan! (Fondear la interjección anterior con el primer compás del primer movimiento de la 5a Sinfonía de Beethoven... o para terminos prácticos, la vulgarmente conocida Leche con pan)
¡Cómo es que no puedo entrar a mi casa! ¡Cómo es que está puesto el seguro! ¡Y cómo es que no hay nadie adentro y...! Silencio sepulcral... interrumpido abruptamente por un chillido de Ansina que, con la correa en la boca, indicaba que era muy feliz de verme, y que si no me apetecía echar una caminadita por el Boston Common.

Panorama que veía Ansina desde adentro cuando Paquito NO PODÍA entrar a su casa

Me parece ocioso entrar en detalles de cómo fue, pero resumiendo, Ansina se puso ebria de emoción al escucharme venir, y al jalar de la correa para tirarla, consiguió también cerrar el dispositivo ese. Uno pensaría que es un perro tonto, pero a ver: ¿cuántos de los perros que conocen tienen la habilidad de poner un pasador? ¡Ah!, ¿verdad?

Y bien, ¿'ora qué hago? Ah, claro. Traigo una revista. ¡Con eso ahorita lo abrimos! Nada. ¿Mi tarjeta del metro? No, pus no. ¡Lápices en la bolsa! Ya estuvo, seguro. Nada. Maldita sea. ¿Por qué otra vez vamos a llegar a estos extremos? 'Hello Ben! I know I've just came in, but, you know what? I have a major issue in my apartment... do you think you could help me?' Una crónica bien escrita diría algo como 'Los ojos del mulato aquel se salían de órbita al escuchar el relato crispante de este protagonista'. Pero este es un relato de la vulgata, así que vamos abreviándole. Tuvo que darse por enterado Ben. Tuvo que darse por enterada la seguridad del edificio. También tuvo que darse por enterado alguien (¡muy estúpido!) que me habló desde la administración... al teléfono de adentro de mi departamento. ¡Ay, tan brillantes! Al final, tuvo también que darse por enterada el área de mantenimiento de este lugar. ¡Y que llegan con tremendas pinzas para despanzurrar el seguro de mi puerta! Ya estaban dándole los sántos óleos al vetusto artilugio, cuando llegó uno igual de vetusto y dijo algo así como:

- ¡Nel, nel! ¡'tan chavos! ¡Yo 'orita le hago la maniobra
magistral y verás como queda sin violencia!

No, lo anterior no fue invención mía. Fue claramente lo que dijo el fulanito... ¡aunque en términos más del Bronx que de Iztapala
pa!

Efectivamente, ni tardo ni perezoso, y al más puro estilo mexican way, llegó este hombre con un gancho desdoblado, y... ¡voilà!

Las conclusiones preeliminares de este día
son:

  • Pese a que la logística lo marque así, nunca, NUNCA hay que dejar la correa en la chunche esa de la puerta.
  • No importa cuán pacífico se vea tu perro. NUNCA confíes en su prudencia.
  • El libre albedrío existe. Pero de que Dios tiene su baraja y me reserva las cartas más peculiares para darme de qué hablar en este post, no me queda duda alguna.

Con mucho cariño, y adentro de mi casa,

Paco

Thursday, February 28, 2008

The Comedy of Errors

Esto no pretende tener la grandilocuencia de la obra homónima que escribiera Shakespeare entre 1591 y 1592... a que después de leer esta línea pensaron que se habían equivocado de blog, ¿verdad? Pero bueno, si bien es cierto que la introducción no tiene por qué ser tan elegante, también es cierto que, en efecto, este pequeño post es un breve entremés, y lamento decir que está reservado a mis lectores con un ligero conocimiento de la shakespeariana lengua. ¡Si no, pierde el poco chiste que de por si tiene!

Comienzo por presentarles a mi maestro de Laboratorio de Lectura para Teclado 2. Sí, sí. Me pusieron en nivel 2 ¡a mí! ¿Se imaginan cómo deben estar los de nivel 1? Qué barbaridad... Ah, pero el asunto era presentar a Mr. Heck. Es un individuo particularmente despistado, con cara de inocente y más historias bajo la manga que notas en una partitura de Scherzo. ¡Ah! Además, en una escuela en la que no regalan NADA, hay un aula/salón/pequeño foro que se llama 'Steve Heck Room'. Tan pronto investigue cómo fue que consiguió tal deferencia, les cuento. Con el simple objetivo de que puedan visualizar a Mr. Heck, tengo que decirles que su presentación fue la siguiente: '¡Hola! Me llamo Steve Heck. Sí, Heck, como decir 'Oh, what a Heck! ¡Ha ha ha (en inglés, por eso con h)! ¡Qué chistoso es mi apellido!' ¿Ya están empapados del personaje? Bueno, ese es mi maestro. Es muy bueno, pero no darían un clavo por él si lo vieran aislado de su entorno natural: un piano.

Lo siguiente es el asunto medular de este post, y es una conversación verídica entre Mr. Heck y alumno 'x'. No, alumno 'x' no soy yo. Por si tenían la duda.

Mr. H. - So, you'll play this part over here with left hand, right?
X. - Uhhh... sorry, Mr. Heck, so right?
Mr. H. - Yeah! Alright!
X. - Duh... I still don't get it... left or right?
Mr. H. - No, no, left, right?
X. - Mr. Heck... could you just tell me left or right?
Mr. H. - But I've been telling you to play with left hand! Right?

Para un servidor, que tras un mes y medio de vivir en Boston sigue teniendo que pensar un poco más en el significado de las palabras que en la expresión idiomática en sí, era claro que el 'right' era una muletilla de Don Mr. Heck, pero el otro cristiano nomás no daba pie con bola. Está bien... quizás no fue tan divertido leerlo como estar allí, pero al editor de este texto le causó harta gracia cuando el asunto en cuestión ocurrió.

Concluyo este relato transcribiendo lo poco que encontré acerca de lo que se dijo cuando le dieron nombre al aula de la que les hablé, en honor de Mr. Heck.

Steve's greatest asset is that he is happy with what he does. He is always anxious to go to work each morning. You, young students at Berklee should take note of this. It is a great accomplishment

Uno se pregunta si alguien como Mr. Heck será más feliz por el aula que nombraron en su honor en Berklee, o por el hato de ignaros que entramos con una sensación entre pánico y deleite a su curso, para salir con mejores armas a formar parte del gremio... Me inclino a pensar lo segundo.


Paco

Tuesday, February 12, 2008

La última de la noche

Este sí es el último post de esta noche, de verdad.

Pero... ¿vale o no la pena este post, tan sólo por ver una imagen que no se va a repetir? ¿O de verdad creen que algún día mi hija va a volver a sentarse en la tapa de mi piano, o como dice la afinadora, de Mr. Steinway? No contesten... se supone que esta foto nunca iba a tener lugar en el maravilloso mundo de Paco :) Con la alegría de que estén aquí mis dos mujeres, les dejo esta foto y un abrazo de buenas noches.


Paco

Un pequeño anuncio de nuestros patrocinadores

En realidad este no es un anuncio de nuestros patrocinadores, pero hace algunas horas publiqué la inmisericorde temperatura a la que estuvimos hoy en Boston. Y quizás no he tenido tiempo de contarles las cosas más básicas de mi existencia en este país, cuestión que aunque sea en breves interludios, voy a intentar subsanar. Una de estas cotidianeidades, que prometo no presumir más, es la forma en la que conservo mis piéseses calientes. Uno podría pensar que la calefacción de este lugar lo es todo... pero créanme, créanme cuando les digo que con los pies fríos las posibilidades de sentirse en una temperatura agradable son muy pocas, mientras que con los piéseses calientes, no hay necesidad de que el cuarto en cuestión esté tan caliente, y por ende uno se encuentra en un lugar más templado, ¡que es mucho más sano en cuestión de humedad del ambiente!

Bueno, toda esta explicación no es sino para presumirles... ¡MIS CROCS CON PELUCHITO INTEGRADO!

No, no es broma. ¡Sí tengo mis Crocs Mammoth, que es su nombre comercial, en color chocolate!

¡Ja ja ja ja! Sean felices y que pasen buena noche

El infiltrado y El Jamaicón Villegas

Aunque el término a primera vista parece contradictorio, todos tenemos un inocente placer culpable en la vida. Bueno... en mi caso son muchos. Pero el hecho existe sin que nadie se sorprenda, por ejempo, de que Woody Allen sea tan buen clarinetista (dicen) como es director de cine. No sorprende tampoco que más de uno de los que están leyendo (¡sí... te estoy hablando a ti!) tienen en el baño lo más inocuo que la literatura moderna puede aportarnos. Podemos hablar desde el 'Vanidades' hasta 'El libro vaquero'. Conozco a más de uno que se informa de las últimas novedades tecnológicas en este bendito lugar de descanso. Pero no hablábamos de esto. Ya entendimos de qué se trata eso de inocente placer culpable, ¿verdad?

Uno (más) de mis placeres culpables tiene que ver con las papelerías. No hay vez que entre a una papelería sin que salga con alguna bicoca (sí, así se escribe) en la mano. Insisto: bicoca. Nada de elevado valor, ni que haga que la economía familiar o la ecología se vean afectadas. Va desde un lápiz 5B (¿a que no tienen uno de estos en casa?) hasta un auténtico sobre manila con adhesivo en la lengüeta, pasando por un cutter (mismos que aquí en Boston no logré encontrar sino en Home Depot, pero esa es otra historia) y terminando en un juego de escuadras (que aquí, cabe destacar en una nueva nota, no conocen sino en las tiendas especializadas de Arquitectura... ¡qué horror!)

Salía yo de una de esas clases bonitas de Berklee, con ánimo de vagar un rato, pues tenía un par de horas libres hasta mi siguiente clase, cuando a mi vista apareció uno de esos mágicos lugares: ¡una hermosa papelería Staples! No, no necesito nada. Bueno... una goma no me vendría mal, porque nomás tengo la del lápiz, pero esa deja marcada la hoja cuando borro mi aún-en-pañales-caligrafia-musical. Sí, entremos.

Entré yo, di una vuelta, dos, tres o quizás séis, y no tenían una goma decente. Pero (y esto es un preeliminar del que se encargó mi hermana Lucila) tengo en casa 8 marcos de diferentes tamaños y proporciones listos a recibir una foto, producto de otra de mis inocentes aficiones de la que les hablaré otro día. El hecho es que en eso veo este bonito panfleto:

Panfleto que Paquito vió en Staples

Resultaba evidente que ese era un buen lugar para visitar a la salida de Berklee: ¡podía imprimir mis fotos hasta tamaño poster, con sólo llevarlas en mi memoria, y todo ello en el lapso de una de mis clases! Sí. Esa sería mi siguiente misión del día. Preparar mis fotos para que fueran impresas en tan bonito lugar. Y de paso, quizás se me pegaba algo como una goma... que por cierto ya mencioné que no tenían, ¿verdad? Bueno... ¡detalles!

Estaba yo en el estudio del panfleto para ver qué características tenían que llevar mis fotos, cuando en eso en la parte posterior del panfleto...

Reverso del panfleto que Paquito vió en el Staples

¡HORROR! ¡Miles de kilómetros de distancia, y tienen que escoger un niño caguengue (sí, sí, el mismo que cité en el clip televisivo con el moco escurriente en transparencia 50% con la bandera ondeando en slow motion en algún otro post) con una playera de desagradable equipo de primera división del futbol mexicano! Por cierto, equipo en el que militara nada más y nada menos que... ¡El Jamaicón Villegas! ¡Ja ja ja ja! Me permito hacer un acercamiento al segmento del panfleto que frenó mi entusiasmo por imprimir las fotos en citado local papelero (de cuyo nombre ahora no quiero acordarme)

Niño caguengue que le va a un equipo al que Paquito no le va

Varias reflexiones arroja este horrible encuentro:
  1. Soy aficionado balín, pero las antipatías son propias aún de los aficionados balines.
  2. No importa qué tan lejos estés de tu tierra, siempre hay alguien dispuesto a recordarte lo más feíto de ella, para que no ocurra que llegues a decir que '¡Todo en mi tierra es tan bello y estos salvajes ni de fútbol (así, con acento y todo) saben!' ¡Mentira! ¡También en mi tierra hay cosas horribles!
  3. Las orgullosas Chivas del Guadalajara resultaron más internacionales que mis queridos Pumas... si no, ¿cómo es que hasta en Staples salen?
  4. Todo en este mundo está en íntima relación, aún lo menos evidente, como... ¡Staples y El Jamaicón Villegas! Esto va con dedicatoria para mis amigos Jack, Jay y Aarón... y a esos 6 grados de separación.
  5. La más importante de todas las reflexiones: ¡un paisa nos vigila! ¿Cómo si no es que llegó la foto del caguengue antes citado a un panfleto?
Así, concluyo: ¡Tenemos un inflitrado!

P.D.- Hoy fue uno de esos hermosos días en Boston: sol radiante, pasto verde, cielo azul... Veáse, diré admírese la foto al pie de este post... ¡y después sorpréndase de que la temperatura que sentíamos era de -19 grados centígrados! ¡No es justu!

No es Jamaica, es Boston, ¡pero igual está bajo cero!

Con cariño,

Paco

Sunday, February 10, 2008

El largo brazo de la ley

Este suceso no es nuevo, pero la narrativa de él se había visto frenada por circunstancias ajenas a mi voluntad. O sea: ¡TENGO MUCHA TAREA! Pero eso no es el tema de este post.

Fíjese usted que uno, cuando viaja fuera de su apacible Mexiquito, cuando deja el terruño querido y se aventura a las fauces del voraz país extranjero, suele ser tan respetuoso de las normas foráneas como nunca antes lo fue de las normas locales. No me ufano de ser el más gandalla en el arte del manejo, ¡pero para qué negar lo innegable! El muchacho tiene sus puntos débiles. Sin embargo, y como decía yo al principio de este párrafo, nomás uno deja de ver calles al estilo 'Insurgentes', 'Juárez', 'Madero', 'Hidalgo', 'Carranza' o peores cual 'Fernando de Alva Ixtlilxóchitl', para ser sustituídas por 'Washington', 'State' y 'Massachusetts Avenue', se vuelve el más apegado a las normas.

Yo no soy la excepción. Y vamos a ser muy sinceros: no es que sea yo auténticamente respetuoso de las normas extranjeras, como tampoco soy auténticamente ignorante de las nacionales... ¡pero nada tiene que ver el pelearse con un tamarindo paisa al que le puedo rebatir en mi más fino español chilangueado, a querer hacer entender razones y justificaciones a un mister policeman!

Resúltase ser que circúlabamos por una avenida que, en días habituales, bloquean a cierta altura y provocan un desvío de tooodos los coches por una callecito de 5 metros de ancho, y ¡cosa rara!, ese domingo no había ninguna valla ni similares para evitar el paso. ¡Ah, falsedad de falsedades! No había yo avanzado ni tres metros cuando un hombrecito de azul, complexión mediana, estatura ínfima, aspecto caucásico y acento bostoniano machucado con New Jersey me dijo que me detuviera. Chin... ¡ya me cargó la chota gringa! Confieso que, considerando que no tengo ni licencia gringa ni número de seguridad social, tomar partida en la lista de 'infractores' no me hacía ninguna gracia.

El tipito este me dijo que no se podía pasar, y le dije yo que lo sentía muchísimo, que como no había ningún anuncio, era domingo a las 6:30 de la tarde, nevaba ligeramente y no había NADIE en la calle, había yo sospechado erróneamente de la suspensión provsional de la norma. Aparentemente a este muchacho esa cita bíblica que marca el superlativo regodeo del cielo por un pecador arrepentido vs la alegría bara bara por el justo inocuo, no hizo estragos en su concepto de justicia. ¡Diantres! 'Muéstreme su registro vehicular' 'No, oficial, fíjese que no se va a poder, porque es un coche rentado, entonces pos no tengo de eso' 'Bueno, su licencia' 'Ándele pues oficial, aquí está' '¡Pero esta no dice ni su fecha de nacimiento!' 'Ah, mire, es que hay que fijarse bien, y si le echa un ojo a esta clave puede descifrar que viene la primera letra de mi apellido, la primera vocal de mi apellido, la primera letra de mi segundo apellido, la primera letra de mi segundo nombre, y yaaaaa al finaaaaal,
finaaaaal viene mi fecha de nacimiento' Sobra decir que el tipo odió su vida al tener que pensar para definir que era yo de la orgullosa generación 1977, y me odió más a mí. 'A ver, circúlele para allá y me espera allá adelantito' '¿Allá oficial?' 'Sí, sí, allí adelante con los otros cinco coches'. ¿MANDE? ¡Sí, señoras y señores! ¡Eramos cinco los infortunados detenidos hasta ese momento! Recordé yo las llamadas de infractores inconformes a una estación de radio, en la que se quejaban de que '¡...en la cuadra que todo mundo toma en sentido contrario para evitar el atorón de enfrente, hay una patrulla que todas las mañanas anda cazando desprevenidos para sacar para su desayuno!' Ah... mi México lindo. ¿Pueden ustedes creer que el locutor llegó a decir algo al estilo 'Vamos a dar parte a las autoridades, para que se termine esta extorsión'? Pues sí... habría que estudiar a fondo quién hace más daño, si la patrulla con dos talesporcualeshijosdesu o los 27 detenidos de cada mañana por una clara falta a las normas.

Pero no estábamos en eso, ¿verdad? Bueno, el hecho es que me fui como niño regañado hasta adelante de la fila. Ya me veía yo posando para mis fotos de frente y perfil, con un charolita deteniendo algún tipo de número y clave, y sonriendo frente a la cámara, ¡ja ja ja ja! No, no. La verdad estaba muy asustado. Hay que hacer especial mención de que todos, todos los allí presentes estábamos con cara de 'Now what?' y esperábamos sin saber qué seguía. El frío calaba los huesos, la nieve caía sin piedad, las luces se apagaban una a una y marcaban el principio de una pesadilla... ¡No es cierto! ¡Ja ja ja ja! Tenía yo la calefacción puesta, ya había dejado de nevar, estábamos en una de las calles más iluminadas y eso parecía kermesse... excepto porque todos los congregados éramos algo así como un sindicato de culposos, y no unos felices paseantes domingueros.

Después de 25 minutos de estar esperando, sin más diversión que ver cómo pasaban más coches, y más coches eran detenidos, una dama se apeó de su unidad y se dirigió hacia los oficiales. Por cierto, mi amigo Jack me enseñó que para que esas cosas de '¡Pareja, pareja!' fueran eficientes, siempre tenía que haber un good cop y un bad cop. Aquí los dos tenían cara de malos. Sólo que uno era smart cop y el otro era dumb cop. Regresó la citada dama, con cara de pocos amigos (y una horrible boleta con cara de infracción en la mano) y nos hizo saber que o íbamos a perseguir a los polis, o de allí no salíamos. Úchale...

Llegué yo a una casetita (también con calefacción, ¡claro!) y alcancé a escuchar una discusión al estilo:

Oficial: ¡A ver, pero aquí no viene su fecha de nacimiento!
Señora: Sí, sí viene, mire, nomás tiene que descifrarle aquí en la clave que viene al final..
(¡Mecachis! ¡Otra del gremio!)
Oficial: ¡Pero aquí dice que usted nació en el mes 57, día 6, año 2!
Señora: ¡No, pos si no tengo ciento y pico de años, y no hay mes 57! ¡Es año 57, mes 6, día 2!
Oficial: Entonces, 6 de febrero de 1957
Señora: (Ah, qué la canción!) No, 2 de junio de 1957.
Oficial: ¡Llévese ya su licencia!

(Pequeña pausa dramática, y posterior mirada misericorde de la señora)

Señora: ¡Ay mijo, ya deberías irte a comer algo pa' que te mejore el carácter!

(Risa de dumb cop - Fin de la escena 3)

Juro que el texto no es invención mía. Existe, claro, la licencia poética, pero el asunto se desarrolló en un 95% como les cuento. Vamos, la parte de que deberías irte a comer para que se te mejore el humor, el asunto de las fechas, es 100% verídico.

A continuación, seguía yo. No bien había salido la señora de la caseta, smart cop extendió el brazo y me dio mi licencia. Le dije que si había que firmar algo, o verificar algo. Me dijo que no, y que '¡Esto probablemente aparecerá en su reporte de manejo del estado!'

Momentito... llevo aquí casi un mes, pero no he podido sacar mi licencia del estado de Massachusetts por la sencilla razón que no existe mi driving record, porque no tengo social security number y porque, básicamente, soy extranjero. Entonces... ¿de qué reporte de manejo me habla este señor? Todo eso, contra lo que el lector informado pudiera pensar, pasó por mi mente en cuestión de microsegundos. Y antes de que pudiera controlar mi lengua, también hice una pregunta de esas que más vale ahorrarse. 'Oiga, y si no tengo reporte de manejo?' '¡Entonces probablemente no aparecerá en su reporte de manejo del estado!'

Mi papá tiene un colofón a todas las cuestiones que terminan en un sí o un no. Cuando las circunstancias son tales que el evento 'x' puede suceder, pues entonces va a suceder, (y esto es lo valioso del razonamiento de mi padre), y si no, pus no.

¡Así, así de absurdo era este policia! Si tiene reporte, entonces probablemente sí. Si no tiene reporte, entonces probablemente no. ¡Ahhhhh! ¿Te cae?

Ustedes van a disculpar la extensa narrativa del día para concluir en que no ocurrió nada. Entregué el coche rentado y nada me dijeron de que hubiera infracción, y en una búsqueda por encimita del reglamento de tránsito de Massachusetts, fuera de las infracciones por fotografía, en todas te entregan un papelito al menos que diga en qué consistió tu infracción. Luego entonces, si no tengo papelito, ¡no tengo infracción!

La conclusión del día de hoy es: sí, estoy en Boston. Sí, aún a los ojos de sus congéneres norteamericanos los bostonianos se sienten 'blue-blooded'. Sí, el sistema de justicia es muy avanzado, con harta tecnología y todo lo que ustedes quieran... ¡pero de que los policias (¡y los taxistas también!) son esencialmente del mismo fango en todo el mundo, ni hablar!

Un fuerte abrazo sin infracción,

Paco

Thursday, January 31, 2008

Do, Di, Re, Ri, Mi, Fa, Fi, Sol, Si, La, Li, Ti, Do

No alucino barato. Nomás me dio por practicar la escala cromática (¡ascendente, hay que acotar!). ¿Que de dónde salieron ese Di, Ri, Fi y otras graciosadas? ¡Pregúntenle a Mr. Berklee!

A las ya conocidas historias del Paquito, hoy se suma una más. Tengo que decir que este es un divertimento entre algunas narrativas con más seso. O sea: hoy estoy poco literario, pero muy sensible con el tema de ‘¡mi mamá sigue creyendo que soy el mejor!’. Si alguien entre los lectores quisiera modificar ‘el mejor’ por ‘su mejor hijo’, puede hacerlo con toda confianza. ¡De todos modos, soy el único hijo de mi mamá! Mis hermanas son seres mucho más pensantes, de modo que no entran en este subtema de la autoestima.

Yo me dije a mí mismo que estos muchachitos no me iban a apantallar. El aplomo que mostraba en mis convicciones, no denostaba la amplia capacidad que veía en mis copartícipes de clases, pero sí dejaba en claro que a mis treinta años, uno no puede sorprenderse tan fácilmente con la primera verdad universal que se le presenta en el pizarrón.

Y he aquí que, aunque lo escribo hasta hoy, el pánico hizo presa de mí la semana pasada cuando mi super manual de Entrenamiento Auditivo 4 indicaba que cantara Re, Mi, Fi, Sol… y algo más que a estas alturas no aporta a la situación. “Y qué diablos es Fi?” Bueno, lo dejé pasar, suponiendo un error tipográfico. “Estos gringuitos… ¡tienen Word y no pueden checar su spelling! Tal vez lo desactivaron para que no los estuviera jeringando con que de dónde sacaron Fa#. Ahora bien… no hay muchas notas… finalmente, son 7, y si nos ponemos estrictos, todas ellas pueden afectarse con un bemol y un sostenido… vamos, hasta dos bemoles y sostenidos. Pero eso nos da… unas 35 combinaciones posibles… ¡Naaaaaah! ¡No es tanto! ¿No se les habrá ocurrido añadir cada una de estas combinaciones al diccionario personalizado de Word?”

Esto decía Paquito en su cabeza, cuando se dio cuenta que ya habían avanzado un par de líneas más. Y el asunto seguía: “Ahora canta Do, Te, Le, Se, Fa, Me…” ¡Se acabó! ¡Me largo! ¡Ah, no! Moderación… moderación y templanza. “Oiga usté, mire, yo no quisiera importunarle, pero no tengo ni idea de qué es eso de Me, Se, Fi, Te… ¿No sería su mercé tan amable de hacerme conocedor de lo que ya todos hablan y yo ignoro?” (Léase el párrafo anterior en el mejor inglés shakesperiano de nuestro narrador). Después de la explicación de mi amable mentor (esto no fue sarcasmo, es un tipo grandoooote, grandoooote, gordoooote, gordoooote y simpático en proporción a todo lo anterior) las cosas fueron diferentes… ¡el universo musical se había ampliado de súbito! Lo que usted, usted ahora desea saber, es qué diabos le contestaron a Paquito. Y resulta que la economía del lenguaje llegó a mi escuela también. Y para decir La sostenido (así, tan musical y grandototote como sólo el español nos puede permitir), estos muchachos dicen Li. Y para decir La bemol, ¿por qué no? Dicen Le. Luego entonces, amiguitos, hoy hemos aprendido algo nuevo. Y entonces, como dijo mi amigo Marco, tuve una epifanía. Haciendo cuentas, ya conocía los bemoles y sostenidos. ¿De verdad algo cambiaba en el panorama de mi bagaje musical?


Y bien… después de esta epifanía, he tenido también la oportunidad de darme cuenta que puedo estar estudiando lo que muchos de mis compañeros estudiaron el semestre pasado (… con 12 años menos que yo), pero también la oportunidad de saber que hay muchas cosas que yo ya conocí, y que, modestia aparte, ya mastiqué como universitario que fui… hace ya 12 años también. Saber que ser licenciado no es conocer sólo tu major, tu área de estudio, sino ser una persona integral, con mucho más que el título de “hago ingeniería” o “hago música”. No. Ser licenciado, desde donde yo lo veo, es ser ingeniero, ser músico, ser contador, ser abogado, ser pedagogo… y además tener muchas facetas más que me permitan ser persona. Gran cosa…

Ya sé que parece un asunto trivial. Es más, probablemente lo sea, cuando lo vemos en retrospectiva. Pero construir esa persona cuando sólo sabe (¡o quiere!) ser músico... ¡Difícil!, ¿eh? Si por el Do, Di, Re, Ri y demás pierdo de vista ser persona, ¿me lo harían saber?

Con cariño para mis amigos y algún día socios.

Paco

P.D.- Sólo para presumir y darme unas palmaditas en la espalda, después de un día donde mi lectura de partituras me hizo ver la miseria humana: estoy en Entrenamiento Auditivo 4 porque nada más hay 4 niveles de entrenamiento auditivo, y al menos tengo que llevar el último. O sea: ¡me acreditaron los primeros 3 por buen oído! ¡Algo bueno tenía que tener el muchacho! ¿No?

Saturday, January 19, 2008

Preso en la Tierra de la Libertad

Hay que reconcerlo: suena mas impresionante el título de este post si lo intentamos en inglés:

Prisoner in the Land of Freedom

Dicho lo cual, creo que tienen el derecho (que no la obligación, ¡claro!) de saber por qué estoy preso en la Tierra de la Libertad. Primero que nada, destaco que la frase que da título a mi mail es autoría de la Panela. ¡Gracias Panelodonte!

Comienzo por decirles que esta semana ha sido muy singular; ha tenido experiencias de todos los sabores, pero mayoritariamente han sido positivas. Hoy era el último día, sin embargo, que iba a estar con mi jamaicón natural de esta primera semana de clases. ¡El panorama era ideal! El día era perfecto para que un avión saliera de aquí a Miami, y luego -¿por qué no?- de Miami a México para estar allá hacia las 10 de la noche. Me he permitido añadir una foto al estilo 'Lo que Paco vió esa mañana cuando se levantó y miró por su ventana'. En realidad es más bien 'Lo que Paco vió esa mañana cuando, al salir del metro y no poder tomar su avión, subió al departamento, tomó una taza de cafe helado, sin cremita ni endulzante y miró por su ventana'. Pero me estoy adelantando; primero la foto y luego la historia.

Vista del Boston Common desde el cuarto que Lucila declara como suyo

Como les venía yo diciendo, todo se veía muy bonito. Sólo tenía que asistir a una junta de estudiantes internacionales, para que nos dieran (según yo) una embarradita de qué hacer y qué no hacer. Podía figurármelo: 'No trabajen con paga, porque si la migra los agarra, los deporta; no fumen cochinadas; aunque en su casa no se bañen, aquí al menos los sábados échense su agüita, porque los bostonians son sensibles a los malores olores; pórtense bien, y háblenle a sus papás al menos una vez a la semana'. Yeah, right!

Le atiné al 'No trabajen con paga'. En general lo demás venía implícito en el 'Be good!' que la buena educación marca. Pero aquí venía la falsedad: amigos míos, tengo que contarles que, si ustedes entran a los Estados Unidos con una visa de estudiante, cada vez que salen del país (I mean it!) tienen que dar aviso a su escuela ¡y pedirle autorización, para que les resellen el bendito permiso para estudiantes que el gobierno otorga!

Sí, sí. Puse en itálica y negrita el 'otorga' porque me parece una burla que me 'otorguen' permiso para estudiar en su país. Vamos... entiendo que la UNAM otorgue educación de calidad. Que el Príncipe de Asturias otorgue un premio cada año. Que la embajada americana (¡fíjense, hasta esto lo puedo entender!) otorgue un permiso para deambular por su país con cara de what. Pero, ¿notaron alguna similitud entre lo que acabo de ennumerar? ¡Sí, todo lo anterior es GRATIS! Free of charge! ¡Más alla que bara bara! Yo me pregunto: ¿por qué el gobierno me tiene que "otorgar" un permiso para estudiar en una universidad de paga? Ojo: no es crítica al sistema americano, porque en México hacemos las mismas payasadas, y seguro que en Europa no cantan mal las rancheras. Pero digo yo: ¿no sería suficiente con que mi escuela (a la que por cierto, le tuve que pagar por adelantado todo mi semestre, siete días antes de que empezaran mis clases) me otorgara el visto bueno y punto?

¡Qué bueno que pretendo ser músico y no politólogo o algo así! Seguro algo en mi ecuación tiene tintes de anarquía e imprudencia. ¡Lo lamento, de verdad!

Regresando de mi largo (¡casi eterno!) paréntesis, deben saber que el tiempo que la escuela pide para otorgar esta firma famosa es de una semana. Comprenderán que enterarme de esta información, siendo las 10:04 am, y con mi vuelo programado para las 2:15 pm, la cuestión se tornaba crítica, ¿no?

No sé de quién, pero seguro fue de una gran persona (¿Yoda?) aprendí que cuando tu historia no es lo suficientemente buena, te ves forzado a adornarla con muchas palabras, de modo que, ¡abreviemos! Lo que yo puedo decirles, con mucha tristeza, es que son las 10:48 pm de un viernes 18 de enero, y se supone que a estas horas yo estaría a punto de aterrizar en México.

Pero no, estoy en Boston. Un Boston que no conocía. Un Boston de viernes en la noche en el departamento... Un Boston sin prisas. Un Boston que me hizo platicar con un fulanete en Best Buy (¿Qué? Allí es donde vamos los ingenieros cuando nos deprimimos. ¡Ja ja ja!) para darme cuenta de que era egresado de Berklee, que toca en un bar cerca de Faneuil Hall, que es puertorriqueño y que trabaja allí por lo mismo que yo lo haría: porque además de pagarle bien, está enmedio de todos los aparatos nuevos que llegan, se puede sentar a probarlos con el sólo pretexto de 'Research!', está a una cuadra de Berklee y sigue colándose a cuanto seminario puede. Estoy en el Boston del concierge de mi edificio, Paolo, quien se acaba de casar y estuvo de luna de miel por dos semanas y media. Estoy en el Boston de Chi Wei (¡lo juro, así se llama!), un buen compañero de quien más adelante les hablaré, y que creo que es uno de esos personajes que darán de qué hablar en este blog. Y sí, es chino. Y no, no es mala persona. Estoy también en el Boston de mi salmón ahumado con chilito y ajo, cuidadosamente cocinado en mi microondas. En el Boston de mi pase mensual de metro, Charlie, que apenas hoy tuve la calma de conseguir. ¡Algo tenía que hacer con todo el tiempo que súbitamente tenía!, ¿no?

Estoy en el Boston desde el que puedo ver lo que a continuación ustedes pueden ver también.

The House of Parliament, desde la cocina y con un salmón que quizás se me pasó de cocido, pero está igual de bueno

En efecto, no pude salir de Boston hoy, con el agravante de que todo mi corazón estaba puesto en llegar a abrazar a quienes amo. Digo 'el agravante' porque es más triste perder lo que ya casi tenemos en las manos. Pero a cambio gané algo lindo también. Pude conocer un Boston que no había visto. Y con la única compañía de una Coca Cola, conocer también que me gusta cada día más estar aquí.

¡Ojalá pueda compartirlo con ustedes algún día!

Con amor,

Paco

Wednesday, January 16, 2008

El Jamaicón Villegas

Hace no muchos años, quizás diez, llegó a mi vocabulario el término 'Jamaicón'. Según citó un entendido en la materia, le debíamos este urbano término a la jerga futbolística. Decíase que había existido un portentoso jugador mexicano con este mote. Sale. ¿Y luego? Bueno, la particularidad del individuo en cuestión es que era no sólamente bueno, sino buenísimo. Sólo había un detalle en la ecuación: en cuanto jugaba fuera de casa, la distancia y la nostalgia lo hacían cachitos. Me parece importante destacar que, para añadir dramatismo a la historia, quien me la relató aseguraba que el protagonista se había desempeñado en el otrora glorioso Zacatepec. Pues sí... el Zacatepec llegó a jugar en la Primera División y a ser campeón en dos ocasiones, pero hoy juegan en 3a división. Pero ese no es el tema.

Decía yo que el relato marcaba a un tal Jamaicón como el responsable del triunfo del Zacatepec. Para efectos de romanticismo futbolero (?) eso suena muy bien. Pero hoy por hoy, mi estricto sentido de responsabilidad (??) me ha llevado a buscar en un buen número de fuentes quién fue el mentado Jamaicón, y cuáles fueron las consecuencias de sus infortunios.

Así, y con la sola aclaración de que relatarles esta historia (y que la lean, ¡obvio!) es de estricta necesidad para poder comenzar este blog, me arranco.

José "El Jamaicón" Villegas nació en 1934 en un pueblo de Jalisco, La Experiencia. Jugó con las Chivas del Guadalajara, con quienes consiguió en 8 ocasiones el campeonato de la Primera Divisón del Futbol Mexicano, en los 20 años que estuvo en el equipo como defensa.

La historia cuenta, y cuenta bien, que su habilidad era en verdad sobresaliente. El D.T. Ignacio Trelles (¡ahora sí! Don Nacho Trelles fue D.T. del Zacatepec en tiempos en que éste fue campeón, pero más tarde llegó a ser D.T. de la Selección Nacional. Allí está la mezcla de personajes y lugares) llegó a tener en tan alta estima su desempeño que, en preparación al mundial de Chile '62, decidió foguear al portero suplente, el "Piolín" Mota en un partido en gira por Europa, con la certeza de que
"El Jamaicón" era garantía de que nada llegaría a ser una amenza al arco. Ese partido resultó en apabullante derrota de ocho goles contra cero ante la selección inglesa. Al ser entrevistado más tarde, "El Jamaicón" dijo que extrañaba a su mamacita, que llevaba días sin comerse una birria y que la vida no era vida si no estaba en su tierra.

Otra anécdota futbolera sitúa la desgracia en Lisboa, antes de la Copa Mundial de Suecia 1958. Allí se ofreción una cena al equipo mexicano. Después de la cena, "El Jamaicón" abandonó el salón donde cenaba el equipo Nacional. Después de un rato, Don Nacho fue a buscarlo y lo encontró deambulando melancólico en los jardines del hotel. Dice el cronista de este relato que al preguntarle a Villegas si ya había cenado y por qué estaba afuera, éste contestó: “Cómo voy a cenar si tienen preparada una cena de rotos. Yo lo que quiero son mis chalupas, unos buenos sopes y no esas porquerías que ni de México son".

Así las cosas, la historia termina aquí. Y la reflexión comienza.

Cuando era niño pensaba que los gringos eran lo máximo. Superman es gringo; Walt Disney era gringo; ¡hasta Darth Vader resultó ser un gringo afroamericano al conocerse la voz detrás de la máscara! Después decidí que los ingleses eran superiores. The Beatles, Alan Parsons, Phil Collins, Sean Connery (¡casi inglés! Dejémoslo en británico). No, Harry Potter no aplica. No quisiera parecer malinchista, pero es un hecho que la mercadotecnia foránea siempre ha sido mejor planeada y ejecutada. Me da tristeza saber que el sentimiento de grandeza que tenemos cuando el Puma ruge en CU, o cuando cantamos el Himno Nacional -con todo y niño caguengue y lacrimoso viendo ondear la bandera en cámara lenta- se hace chiquito cuando competimos contra alguien extranjero. ¿No que nomás mis chicharrones truenan?

Hoy escribo desde Boston, con un poquito de ese jamaicón que siempre me ha dado cuando tengo que despedirme de quienes amo. Con un poco más de calma (¿máááás?) podré contarles cómo se ha ido dando este proceso, pero por ahora, y luego que he logrado saber de dónde viene el jamaicón, quiero dejar asentado que extraño los sandwiches de frijoles de mi mamá -que dicen "Te quiero mucho" en cada pedazo-, la inmensa sabiduría y bondad de mi papá, los consejos financieros -y llenos de velado cariño- de Lucila, la ternura exotérmica de Nana, la siempre puesta al día tecnológica de Alex, el histrionismo de Ana Paula, a la más querida de mis hermanas menores, al siempre bonachón y mustio de mi cuñado, y a quien pronto va a compartir una pareja de enamorados como papás... Extraño a quien le debo el gusanito por venir a Boston, y que comparte conmigo la aventura y amor, y a quien posee más cachetes, sonrisas y belleza que pelos en la cabeza. Extraño a muchos, muchos más. Todo este blog no alcanzaría a ennumerarlos, pero sé que cada uno lo sabe. Y finalmente, para terminar el post de este día (¡por fin!), quiero dejar asentado que me dio el jamaicón desde el momento que subí al avión y se me nubló la vista, pero no voy a permitirme un 8 - 0. "El Jamaicón" no sólo era buen defensa. Dicen que era el mejor.

Yo no voy a ser defensa. Voy a ser músico. Pero no sólo buen músico. Voy a ser el mejor.