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Tuesday, February 12, 2008

El infiltrado y El Jamaicón Villegas

Aunque el término a primera vista parece contradictorio, todos tenemos un inocente placer culpable en la vida. Bueno... en mi caso son muchos. Pero el hecho existe sin que nadie se sorprenda, por ejempo, de que Woody Allen sea tan buen clarinetista (dicen) como es director de cine. No sorprende tampoco que más de uno de los que están leyendo (¡sí... te estoy hablando a ti!) tienen en el baño lo más inocuo que la literatura moderna puede aportarnos. Podemos hablar desde el 'Vanidades' hasta 'El libro vaquero'. Conozco a más de uno que se informa de las últimas novedades tecnológicas en este bendito lugar de descanso. Pero no hablábamos de esto. Ya entendimos de qué se trata eso de inocente placer culpable, ¿verdad?

Uno (más) de mis placeres culpables tiene que ver con las papelerías. No hay vez que entre a una papelería sin que salga con alguna bicoca (sí, así se escribe) en la mano. Insisto: bicoca. Nada de elevado valor, ni que haga que la economía familiar o la ecología se vean afectadas. Va desde un lápiz 5B (¿a que no tienen uno de estos en casa?) hasta un auténtico sobre manila con adhesivo en la lengüeta, pasando por un cutter (mismos que aquí en Boston no logré encontrar sino en Home Depot, pero esa es otra historia) y terminando en un juego de escuadras (que aquí, cabe destacar en una nueva nota, no conocen sino en las tiendas especializadas de Arquitectura... ¡qué horror!)

Salía yo de una de esas clases bonitas de Berklee, con ánimo de vagar un rato, pues tenía un par de horas libres hasta mi siguiente clase, cuando a mi vista apareció uno de esos mágicos lugares: ¡una hermosa papelería Staples! No, no necesito nada. Bueno... una goma no me vendría mal, porque nomás tengo la del lápiz, pero esa deja marcada la hoja cuando borro mi aún-en-pañales-caligrafia-musical. Sí, entremos.

Entré yo, di una vuelta, dos, tres o quizás séis, y no tenían una goma decente. Pero (y esto es un preeliminar del que se encargó mi hermana Lucila) tengo en casa 8 marcos de diferentes tamaños y proporciones listos a recibir una foto, producto de otra de mis inocentes aficiones de la que les hablaré otro día. El hecho es que en eso veo este bonito panfleto:

Panfleto que Paquito vió en Staples

Resultaba evidente que ese era un buen lugar para visitar a la salida de Berklee: ¡podía imprimir mis fotos hasta tamaño poster, con sólo llevarlas en mi memoria, y todo ello en el lapso de una de mis clases! Sí. Esa sería mi siguiente misión del día. Preparar mis fotos para que fueran impresas en tan bonito lugar. Y de paso, quizás se me pegaba algo como una goma... que por cierto ya mencioné que no tenían, ¿verdad? Bueno... ¡detalles!

Estaba yo en el estudio del panfleto para ver qué características tenían que llevar mis fotos, cuando en eso en la parte posterior del panfleto...

Reverso del panfleto que Paquito vió en el Staples

¡HORROR! ¡Miles de kilómetros de distancia, y tienen que escoger un niño caguengue (sí, sí, el mismo que cité en el clip televisivo con el moco escurriente en transparencia 50% con la bandera ondeando en slow motion en algún otro post) con una playera de desagradable equipo de primera división del futbol mexicano! Por cierto, equipo en el que militara nada más y nada menos que... ¡El Jamaicón Villegas! ¡Ja ja ja ja! Me permito hacer un acercamiento al segmento del panfleto que frenó mi entusiasmo por imprimir las fotos en citado local papelero (de cuyo nombre ahora no quiero acordarme)

Niño caguengue que le va a un equipo al que Paquito no le va

Varias reflexiones arroja este horrible encuentro:
  1. Soy aficionado balín, pero las antipatías son propias aún de los aficionados balines.
  2. No importa qué tan lejos estés de tu tierra, siempre hay alguien dispuesto a recordarte lo más feíto de ella, para que no ocurra que llegues a decir que '¡Todo en mi tierra es tan bello y estos salvajes ni de fútbol (así, con acento y todo) saben!' ¡Mentira! ¡También en mi tierra hay cosas horribles!
  3. Las orgullosas Chivas del Guadalajara resultaron más internacionales que mis queridos Pumas... si no, ¿cómo es que hasta en Staples salen?
  4. Todo en este mundo está en íntima relación, aún lo menos evidente, como... ¡Staples y El Jamaicón Villegas! Esto va con dedicatoria para mis amigos Jack, Jay y Aarón... y a esos 6 grados de separación.
  5. La más importante de todas las reflexiones: ¡un paisa nos vigila! ¿Cómo si no es que llegó la foto del caguengue antes citado a un panfleto?
Así, concluyo: ¡Tenemos un inflitrado!

P.D.- Hoy fue uno de esos hermosos días en Boston: sol radiante, pasto verde, cielo azul... Veáse, diré admírese la foto al pie de este post... ¡y después sorpréndase de que la temperatura que sentíamos era de -19 grados centígrados! ¡No es justu!

No es Jamaica, es Boston, ¡pero igual está bajo cero!

Con cariño,

Paco

Wednesday, January 16, 2008

El Jamaicón Villegas

Hace no muchos años, quizás diez, llegó a mi vocabulario el término 'Jamaicón'. Según citó un entendido en la materia, le debíamos este urbano término a la jerga futbolística. Decíase que había existido un portentoso jugador mexicano con este mote. Sale. ¿Y luego? Bueno, la particularidad del individuo en cuestión es que era no sólamente bueno, sino buenísimo. Sólo había un detalle en la ecuación: en cuanto jugaba fuera de casa, la distancia y la nostalgia lo hacían cachitos. Me parece importante destacar que, para añadir dramatismo a la historia, quien me la relató aseguraba que el protagonista se había desempeñado en el otrora glorioso Zacatepec. Pues sí... el Zacatepec llegó a jugar en la Primera División y a ser campeón en dos ocasiones, pero hoy juegan en 3a división. Pero ese no es el tema.

Decía yo que el relato marcaba a un tal Jamaicón como el responsable del triunfo del Zacatepec. Para efectos de romanticismo futbolero (?) eso suena muy bien. Pero hoy por hoy, mi estricto sentido de responsabilidad (??) me ha llevado a buscar en un buen número de fuentes quién fue el mentado Jamaicón, y cuáles fueron las consecuencias de sus infortunios.

Así, y con la sola aclaración de que relatarles esta historia (y que la lean, ¡obvio!) es de estricta necesidad para poder comenzar este blog, me arranco.

José "El Jamaicón" Villegas nació en 1934 en un pueblo de Jalisco, La Experiencia. Jugó con las Chivas del Guadalajara, con quienes consiguió en 8 ocasiones el campeonato de la Primera Divisón del Futbol Mexicano, en los 20 años que estuvo en el equipo como defensa.

La historia cuenta, y cuenta bien, que su habilidad era en verdad sobresaliente. El D.T. Ignacio Trelles (¡ahora sí! Don Nacho Trelles fue D.T. del Zacatepec en tiempos en que éste fue campeón, pero más tarde llegó a ser D.T. de la Selección Nacional. Allí está la mezcla de personajes y lugares) llegó a tener en tan alta estima su desempeño que, en preparación al mundial de Chile '62, decidió foguear al portero suplente, el "Piolín" Mota en un partido en gira por Europa, con la certeza de que
"El Jamaicón" era garantía de que nada llegaría a ser una amenza al arco. Ese partido resultó en apabullante derrota de ocho goles contra cero ante la selección inglesa. Al ser entrevistado más tarde, "El Jamaicón" dijo que extrañaba a su mamacita, que llevaba días sin comerse una birria y que la vida no era vida si no estaba en su tierra.

Otra anécdota futbolera sitúa la desgracia en Lisboa, antes de la Copa Mundial de Suecia 1958. Allí se ofreción una cena al equipo mexicano. Después de la cena, "El Jamaicón" abandonó el salón donde cenaba el equipo Nacional. Después de un rato, Don Nacho fue a buscarlo y lo encontró deambulando melancólico en los jardines del hotel. Dice el cronista de este relato que al preguntarle a Villegas si ya había cenado y por qué estaba afuera, éste contestó: “Cómo voy a cenar si tienen preparada una cena de rotos. Yo lo que quiero son mis chalupas, unos buenos sopes y no esas porquerías que ni de México son".

Así las cosas, la historia termina aquí. Y la reflexión comienza.

Cuando era niño pensaba que los gringos eran lo máximo. Superman es gringo; Walt Disney era gringo; ¡hasta Darth Vader resultó ser un gringo afroamericano al conocerse la voz detrás de la máscara! Después decidí que los ingleses eran superiores. The Beatles, Alan Parsons, Phil Collins, Sean Connery (¡casi inglés! Dejémoslo en británico). No, Harry Potter no aplica. No quisiera parecer malinchista, pero es un hecho que la mercadotecnia foránea siempre ha sido mejor planeada y ejecutada. Me da tristeza saber que el sentimiento de grandeza que tenemos cuando el Puma ruge en CU, o cuando cantamos el Himno Nacional -con todo y niño caguengue y lacrimoso viendo ondear la bandera en cámara lenta- se hace chiquito cuando competimos contra alguien extranjero. ¿No que nomás mis chicharrones truenan?

Hoy escribo desde Boston, con un poquito de ese jamaicón que siempre me ha dado cuando tengo que despedirme de quienes amo. Con un poco más de calma (¿máááás?) podré contarles cómo se ha ido dando este proceso, pero por ahora, y luego que he logrado saber de dónde viene el jamaicón, quiero dejar asentado que extraño los sandwiches de frijoles de mi mamá -que dicen "Te quiero mucho" en cada pedazo-, la inmensa sabiduría y bondad de mi papá, los consejos financieros -y llenos de velado cariño- de Lucila, la ternura exotérmica de Nana, la siempre puesta al día tecnológica de Alex, el histrionismo de Ana Paula, a la más querida de mis hermanas menores, al siempre bonachón y mustio de mi cuñado, y a quien pronto va a compartir una pareja de enamorados como papás... Extraño a quien le debo el gusanito por venir a Boston, y que comparte conmigo la aventura y amor, y a quien posee más cachetes, sonrisas y belleza que pelos en la cabeza. Extraño a muchos, muchos más. Todo este blog no alcanzaría a ennumerarlos, pero sé que cada uno lo sabe. Y finalmente, para terminar el post de este día (¡por fin!), quiero dejar asentado que me dio el jamaicón desde el momento que subí al avión y se me nubló la vista, pero no voy a permitirme un 8 - 0. "El Jamaicón" no sólo era buen defensa. Dicen que era el mejor.

Yo no voy a ser defensa. Voy a ser músico. Pero no sólo buen músico. Voy a ser el mejor.