Después de no sé cuántos meses de silencio, y tras unas nada descansadas vacaciones, me dispongo a quitarles tiempo una vez más, y a llenar el espacio cibernético de curiosidades, ociosidades, superfluosidades - ¡Gracias, Quino! - o fotos. ¿Con qué empezamos?
Hoy tuve mi primera clase de Advanced Ear Training 1. Un buen momento para comentar que, en mi egoteca, figura haber entrado a Berklee preacreditando - por llamarlo de algún modo - los tres primeros niveles de Entrenamiento Auditivo. Eso significa que entré a Entrenamiento Auditivo 4 en mi primer semestre, lo cual me confiere una especie de ventaja competitiva con mis compañeros. La verdad sea dicha: Entrenamiento Auditivo es un asunto de maña, más que de otra cosa, y a mis 30 primaveras, si uno no es un poco mañoso, está frito. Ergo, ni era el único de primer semestre en esa clase, ni era yo un fenómeno. Pero digamos que me sentí muy a gusto. Mi maestro es un tipazo - no sólo por su gran calidad moral, tremenda vocación por la educación y músico sensacional, sino por los alrededor de 140 kilogramos que, estimo, debe pesar - llamado Stephen Prosser. Un buen hombre.
Me gustó esa materia. ¡Ah, y cabe destacar que Steve es amigo de Eugenio Toussaint! Eso siempre confiere un plus a su persona. Tanto me gustó que quise repetir la experiencia, ahora en una materia que es optativa, pero que suena retadora y muy útil en la complicada - pero autoimpuesta - labor de ser la crème de la crème del músico. Así es que entré Entrenamiento Auditivo Avanzado 1. Por cierto... creo que no hay 2. Punto menos para mi egoteca.
Como les decía antes, Steve es un hombre grande en todos los sentidos. Aprendí mucho con él en la clase de Entrenamiento Auditivo. Pero por cierto no todo fue música. Hoy, sin embargo, aprendí algo aún más importante; tema suficiente y bastante para inaugurar de nuevo este blog, en su edición Otoño 2008. No sé si esoy capacitado para explicarles lo que aprendí, pero en el intento no me voy a quedar.
Todos sabemos que, en general, las melodías están compuestas por varias notas, ¿sí? Imagínense un piano frente a ustedes, y - si alguna vez han tenido uno en frente, ¡claro! - recordarán que, además de 7 notas blancas, hay también 5 negras en cada octava del piano. Esto no es importante para la comprensión de la narración en turno. El caso es que esta clase está basada en el entrenamiento para discernir entre la distancia entre las diferentes notas, pero sin dar ninguna nota de referencia. Aquí entre nos, la explicación suena más complicada de lo que realmente es todo el negocio. Pero en un momento de la clase, Steve nos pidió cantar una nota... silencio. Ahora cantar esta otra nota... silencio. Ahora, sólo pensar en la primera nota... silencio... cantarla. Ahora pensar en la otra nota... silencio... cantarla.
Después de un rato de estar haciendo este ejercicio, más mental que de otro tipo, nos quedaba claro que era más fácil atinarle a la nota siguiente si uno se concentraba lo suficiente en la nota, antes de abrir la boca.
Casi había terminado la clase, cuando noté que me dolía la garganta. Suena tonto... lo sé. Pero me sentí francamente cual pavo real cuando Steve acotó que el ejercicio, además de mental, era vocal. (Whaaaaat? ¡Pero si casi ni canté!) Ah... el detalle está en que al pensar en una nota conocida, el cerebro ajusta no sólo el pensamiento, sino también el aparato fonador que habrá de producir esa nota. No me creen? A ver... piensen en la melodía más sencilla que puedan. Imagínensela... recórranla... pero sólo con la mente, sin hacer ningún sonido. ¿Ya? Ahora háganlo una vez más... Háganlo como si fueran a cantarla, pero no emitan ningún sonido. Una vez más, hagan esta pequeña ociosidad... sólo ahora concéntrense también en sentir su garganta. ¡Más aún! ¡Los reto a que sientan su garganta, si quieren con una mano!
No sé si es porque soy un bicho raro - ¡puede ser! -, porque tengo una terrible predisposición a hacer ruido - sí, esto segurito sí es -, o porque en general, el ser humano tiende a preparar, a ajustar el cuerpo a la acción siguiente. Si esto fuera cierto... ¿qué de diferente tendría mi garganta - ruidosa y a veces impertinente - disponiéndose a cantar contra el resto del cuerpo, de todo un sistema de movimiento, de planeación, de acción...?
Ya sé, ya sé... son casi las 2 de la mañana... estás cansado, estás diciendo tonterías y seguramente mañana que despiertes vas a encontrar que algún fanático de Rhonda Byrne vino a llenar de (más) tonterías tu blog... No desestimo el poder del entrenamiento, de la educación... sólo desestimo el poder sólamente del entrenamiento y la educación. 'Reivindico el espejismo...' de querer ser más que uno mismo.
¿Y si fuera cierto? Yo moví la garganta porque sé que puedo cantar la nota siguiente. Me ajusté a cantar un intervalo particularmente complicado porque estoy seguro que no tengo sino que ajustar mi garganta para que salga a la perfección...
¿Y si todo este tiempo viví engañado, y no tengo que pensar que mis dedos tienen que aprender a no trabarse en las semicorcheas de Mozart, sino sólo aprender a que mi cerebro pueda visualizar ese movimiento para después hacerlo sin vacilar? ¿Y si llegar al escalón siguiente no era cuestión de levantar más la pierna, mirándola con desconfianza - en clara afirmación de '¡Vas a azotar, güey!' -, sino sólo de creer que ya estaba en ese escalón más alto? ¿Y si ser el mejor no era cuestión de probar nada... sino sólo de ser el mejor?
¿Y si sí?
Con amor,
Paco
P.D.- Diantres... acabo de percatarme que ya había presumido mi Entrenamiento Auditivo 4., y previa acreditación de los tres niveles anteriores.. ¡Alguien aquí necesita unas palmaditas en la espalda!